Periodista de EPS.
SUS CONSTRUCTORAS INTERNACIONALIZAN LA MARCA ESPAÑA
JOSÉ Manuel García-Margallo llevaba pocos días con su flamante cartera de Asuntos Exteriores y Cooperación cuando voló a Riad, su primer viaje al extranjero. El 14 de enero de 2012 presidía la firma del contrato de construcción –y explotación durante 12 años–, de la línea ferroviaria de alta velocidad La Meca-Medina, que uniría en 449.2 kilómetros de trayecto, a partir de diciembre de 2016, las dos ciudades santas del Islam en menos de dos horas y media.
Un proyecto presupuestado en 6.736 millones de euros ganado por un consorcio de dos empresas saudíes y 12 españolas, el 88%: Las públicas Adif, Renfe e Ineco; las privadas OHL, Indra, Cobra (ACS), Consultrans, Copasa, Imathia, Dimetronic, Inabensa y Talgo.
“España se encuentra en la primera línea en tecnología de vanguardia”, sacaba el pecho el ministro. “Este proyecto significa mucho más que ganar dinero. Abre puertas”, declaraba a este periódico Pablo Vázquez, presidente del consorcio y de Ineco.
Vázquez recuerda que cuando se enteró de que la propuesta española había ganado el contrato del AVE saudí, por un lado fue consciente de “la enorme responsabilidad que habíamos asumido”, y por otro pensó cómo “en un entorno de competencia internacional habíamos sido capaces de presentar la mejor oferta”.
Pero más allá de orgullos patrios, en esta salida internacional en masa –en cuatro años se había podido duplicar la presencia de empresas nacionales en infraestructuras de transporte de todo el mundo, según calcula Vázquez–, subyase la vocación mucho más pragmática de sobrevivir, bregadas de puertas para dentro en aeropuertos, carreteras y líneas de AVE a lo largo de dos décadas, se encontraron con que la crisis lo había parado casi todo en casa, mientras que afuera surgían las oportunidades. Las aprovecharon.
En julio de 2009, el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC) se adjudicó la construcción del nuevo complejo de esclusas del canal de Panamá. Tres cámaras o escalones consecutivos para elevar o descender los buques entre el nivel del lago Gatún y los océanos Pacífico y Atlántico; 3.200 millones de dólares, más de 32 millones de metros cúbicos excavados (..) y otras cifras faraónicas que harían las delicias de cualquier megalómano. Al frente una firma española, Sacyr Vallehermoso, liderando esta joya de la corona. Y casi no es metáfora.
Los (entonces) príncipes de Asturias visitaron Panamá en octubre para asomarse a la ampliación del canal. Luego enfilaron a la capital, donde Fomento de Construcciones y Contratos (FCC) montó su primera línea de metro, operativa en 2014, según estaba previsto. Una de sus obras emblemáticas junto con los puentes Gerald Desmond en Los Ángeles (Estados Unidos) y Vidin-Calafat sobre el Danubio, que une Bulgaria y Rumania.
Al grito de “el mundo necesita infraestructuras”, FCC ha ido potenciando sus trabajos en el exterior de manera progresiva, desde antes de que arrancara la crisis en España.
“En 1996 empezamos nuestra andadura en Centroamérica, y a finales de 2006 compramos Alpine, nuestra filial austriaca, con fuerte presencia en Austria, Alemania y Europa del Este”, expone Pedro Gómez Prad, subdirector general de Estudios. Actualmente acomete más de 300 proyectos en 50 países. “En el área de construcción tenemos una cartera que supera los 9.500 millones de euros, de los cuales el 60% aproximadamente, corresponde al exterior”, cuantifica. El resto de grandes firmas se mueven en porcentajes de internacionalización parecidos, dígito arriba o abajo.
Puede decirse que, hoy por hoy, España está en prácticamente todos los ajos internacionales, “con la excepción, probablemente, de Asia, donde la presencia es todavía menos importante”, describe el presidente de Indeco. “Cada vez se hacen más infraestructuras financiadas mediante concesión, y ahí contamos con las primeras concesionarias en el ámbito mundial, sobre todo en carreteras”, asegura.
En ferrocarril, empresas españolas diseñan líneas, las montan, supervisan y proveen de trenes, desde Sao Paulo hasta Etiopía y desde Kazajistán hasta Italia. Por el flanco aéreo, los sistemas de navegación que dirigen buena parte del tráfico en Europa son de origen español. “Diseñamos y construimos aeropuertos en todas las geografías, como el de Kuwait; y, por supuesto, los operamos, como en Reino Unido o en México”, explica Vázquez.
La marca España ha encontrado buenos cimientos, valga el símil fácil, en el prestigio y en la proyección internacional de sus constructoras. El Departamento de Estado de Transporte de Washington sacó a concurso el túnel en la SR-99 que sustituiría el Alaskan Way Viaduct, frente a la costa, en Seattle, con una longitud de 2.700 metros, resultó que allí estaba ACS –junto con su socio estadounidense–, para quedárselo.
Es probable que nunca antes un ministro español de Fomento haya trotado tanto mundo como la actual, Ana Pastor. De Arabia Saudí a Panamá –sólo un par de meses después que don Felipe y doña Letizia–. Y de allí a Israel, a vender el AVE. Pablo Vázquez, que suele acompañar en estos casos, reconoce que, entre unas cosas y otras, dos o tres viajes al mes no se los quita nadie.
Megayacimiento de Sapinhoá, en Brasil. La plataforma flotante Cidade de Sao Paulo emerge del mar como una inmensa infraestructura metálica firmemente anclada a 2.140 metros de profundidad, a 310 kilómetros de la costa: Puede procesar diariamente 120.000 barriles de crudo y cinco millones de metros cúbicos de gas; en el segundo semestre de 2014 se vio acompañada por una segunda, Cidade de Ilhabela, con mayor capacidad aún. Tecnología de última generación para encontrar hidrocarburos a miles de metros bajo el subsuelo, por obra y gracia de Repsol Sinopec Brasil, una de las mayores compañías energéticas privadas de Latinoamérica, formada por Repsol con el 60% y la china Sinopec, con el 40%. Otro ejemplo de firma nacional pisando fuerte en el extranjero.
Indra también opera por tierras brasileñas. En realidad “la multinacional de consultoría y tecnología número uno en España y una de las principales de Europa y Latinoamércia” –así se presentan–, posee el don de la ubicuidad. Participó en el AVE La Meca-Medina y en el canal de Panamá. Ha desarrollado o desarrolla proyectos en 128 países. Como la gestión del tráfico ferroviario en Lituania y Marruecos; del tráfico marítimo en los puertos de Polonia; del tráfico aéreo en Australia o China.
Es “uno de los cuatro jugadores más importantes de Latinoamérica”, con un crecimiento medio del 25% anual en este territorio. El metro de Medellín, en Colombia; los sistemas inteligentes de transporte y peaje en autopistas de México.
En los últimos años ha impulsado, además, su presencia en Asia-Pacífico y Oriente Medio, que representan el 13% de sus ventas. Asia es la asignatura pendiente, donde, ya lo hemos dicho, la presencia española es menor. Por ahora.
* Tomado de la revista española
“El País Semanal” (EPS) No 1.904.
Domingo 24 de Marzo de 2013.