DESDE 1929 el mundo no padecía una crisis tan severa como la que actualmente vive; ante un posible colapso financiero, uno de los principales problemas que preocupan a la humanidad es la escasez de alimentos. Los países en vías de desarrollo tienen la necesidad de importar grandes cantidades de éstos para cubrir las demandas de alimentación de sus habitantes.
El problema de la insuficiencia alimentaria no encuentra salida en estas naciones sin que se vea mermada su ya de por sí deteriorada economía. Y ya no es sólo la carestía de alimentos la que produce la hambruna, sino también el crecimiento acelerado de la población, además de la reducida capacidad de almacenamiento y de distribución de los recursos alimenticios.