Nació hace tres siglos por la necesidad de experimentar nuevas técnicas de nutrición de las plantas, técnicas que fueron perfeccionadas por químicos, bioquímicos y botánicos, hasta adquirir las características actuales. Hoy muchos países industriales han recurrido a ella como una forma de producir sus propios recursos alimenticios…
DESDE 1929 el mundo no padecía una crisis tan severa como la que actualmente vive; ante un posible colapso financiero, uno de los principales problemas que preocupan a la humanidad es la escasez de alimentos. Los países en vías de desarrollo tienen la necesidad de importar grandes cantidades de éstos para cubrir las demandas de alimentación de sus habitantes.
El problema de la insuficiencia alimentaria no encuentra salida en estas naciones sin que se vea mermada su ya de por sí deteriorada economía. Y ya no es sólo la carestía de alimentos la que produce la hambruna, sino también el crecimiento acelerado de la población, además de la reducida capacidad de almacenamiento y de distribución de los recursos alimenticios.
Sin embargo, y gracias al desarrollo de nuevas técnicas de producción de alimentos con la aportación científica y tecnológica, surge una nueva técnica de cultivo llamada hidroponia.
La técnica hidropónica no sólo funcionaría en el hogar para beneficio propio de la familia, en cuanto a nutrición se refiere, sino también como una pequeña industria productora de alimentos, por práctica y por los altos rendimientos que genera, que contribuiría a solucionar parte de la problemática alimentaria.
HIDROPONIA: QUÉ ES Y CÓMO NACE
La hidroponia es una técnica de cultivo de plantas en agua, sin necesidad de tierra y que bien podría constituir una solución a la escasez de alimentos. Es decir, que las raíces de una planta se alimentan y desarrollan en agua, combinada con los debidos fertilizantes, dando como resultado un vegetal con frutos, flores, tubérculos y follaje de la máxima calidad y rendimiento en el menor tiempo y espacio posibles.
Los orígenes de la hidroponia se remontan al año 1699, cuando Woodward logra el crecimiento de la hierbabuena en tres diferentes tipos de agua: la de lluvia, río y canalización. Posteriormente, hacia 1840, continúan los experimentos sobre la nutrición de las plantas; los trabajos publicados por el bioquímico Justus Von Liebig, sobre la aplicación de la química orgánica a la agricultura, aportaron elementos nuevos para esta técnica de cultivo en agua.
A pesar de ello es al químico francés Jean Boussignault a quien se le considera el precursor de la hidroponia, al aprovechar tanto elementos de la tierra como del agua. El método utilizado por Boussignault fue perfeccionado por Salm Horstmar y utilizado desde entonces por varios científicos del mundo.
Es a partir de los trabajos de este último, que proliferan las investigaciones sobre el cultivo de plantas en agua hasta llegar a adquirir las características actuales. La hidroponia requiere de un recipiente de 25 centímetros de profundidad; puede emplearse únicamente agua con los nutrientes dosificados, tratando de mantener a las plantas suspendidas en una malla con las raíces dentro de esta solución, pero lo más usual es colocar unos 20 centímetros de grava o arena inerte para que las raíces se fijen y beban sin esfuerzo alguno.
En el primer caso es importante mantener ventilada el agua con una compresora, como se utiliza en los acuarios. En el caso de la grava, hay que inundar el recipiente una o dos veces diarias por períodos de una hora y regresar la solución a un depósito a través de una bomba o manualmente. Este último procedimiento permite la oxigenación adecuada de las raíces.
Para preservar la solución se usan diversas fórmulas, pero básicamente hay que mantener la relación nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio; asimismo los elementos menores: hierro, manganeso, cobre, boro, zinc y molibdeno, procurando sostener un pH ideal. Con el fin de conservar la relación de los elementos químicos, es necesario tirar el agua cada dos o tres semanas y preparar una nueva solución.
Por pH se entiende el grado de acidez o alcalinidad de una solución. La escala varía del pH 0 al pH 14. Las soluciones con pH menor que 4 o mayor que 9 no deben emplearse para la producción vegetal, ya que las primeras son demasiado ácidas y las segundas demasiado alcalinas. Una solución con pH 7 es neutra, si el pH es inferior a 7 corresponde a una solución ácida, si es superior a 7 corresponde a alcalina.
Si se quiere establecer con precisión el pH de una solución es necesario hacer uso del llamado papel tornasol azul o colorado, mismo que si al ser introducido a una solución adquiere el color azul, corresponderá a la alcalinidad; por el contrario, si vira al colorado, entonces denotará mayor acidez.
La instalación de un sistema hidropónico es complicada, además de que los gastos iniciales son elevados: tinas de cultivo, bombas, plomería, invernadero, etc., pero en muchos países emplean este sistema debido a los buenos resultados que proporciona, como son grandes cosechas con poca mano de obra y un mínimo de espacio.
Las ventajas de un invernadero hidropónico son las siguientes: ningún laboreo de la tierra, ni barbechar, ni abonar, ni deshierbar. No es necesaria tampoco la rotación de cultivo, metro por metro rinde cinco veces más, además de economizar agua. En lo que respecta al calor, frío, humedad, sequía, riego y aspersión, se controlan automáticamente al igual que la luz. Las fumigaciones son mínimas, ya que el invernadero es casi hermético a las plagas.
La forma de abonar es más sencilla, sólo basta agregar los nutrientes necesarios al depósito de agua según la etapa vegetativa. La mano de obra se reduce a plantar, trasplantar y recolectar la programación que mantendrá siempre ocupado el espacio cultivable, recurriendo a los semilleros y al trasplante rotativo.
LA PRÁCTICA HIDROPÓNICA
En nuestro país son pocas las personas que se dedican a la práctica hidropónica. Sin embargo, esa minoría la experimenta con mucho éxito. Tal es el caso del señor Fernando Díaz-Francés, a quien entrevistamos y quien desde hace 12 años trabaja el cultivo de plantas en agua. Además, tiene el mérito de haber experimentado con materiales mexicanos, utilizando una técnica de Semihidroponia con la cual se reduce apreciablemente el costo.
A través de ella ha logrado cosechar jitomate, lechuga, cilantro, perejil, chile, cebolla, coliflor, pepinos y otros productos más a costos muy bajos y con excelentes rendimientos. En lo que se refiere a la Hidroponia pura, Díaz-Francés nos dice que es difícil determinar el costo de instalación de un invernadero industrial, porque los precios son muy cambiantes. Señala que para realizarlo es necesario construir una estructura metálica tubular, como si fuera un hangar, de dos o tres metros de altura y cubrirlo con fibra de vidrio.
Los costados conviene forrarlos con tela de mosquitero, si se instala en clima caliente y, posteriormente, incluir el equipo de bombas de agua, enfriamiento, calefacción, etc. En consecuencia, un invernadero bien montado puede resultar costoso; pero en Estados Unidos y en cualquier lugar del mundo donde practican esta técnica, les produce muy buenos rendimientos de dinero, sobre todo por la producción tan grande que se obtiene.
Por otro lado, la mano de obra disminuye enormemente; no es lo mismo arar una hectárea donde tienes que usar el tractor, hacer surcos, barbechar, deshierbar, fumigar y luchar contra las inclemencias del clima, que controlar un invernadero de mil metros cuadrados donde se requieren únicamente dos personas para cuidar los cultivos.
Finalmente, el entrevistado comenta que muchas personas le han preguntado con inquietud si un alimentos al ser nutrido con productos químicos, como se hace en la hidroponia, se contamina y, por lo tanto, puede resultar nocivo para la salud. Díaz-Francés asegura que definitivamente no, ya que los ingredientes químicos que utiliza esta técnica de cultivo son productos que contiene y necesita nuestro organismo para su buen funcionamiento.
Además, la planta se alimenta de los mismos elementos con que lo haría sembrada en la tierra, sin que sus raíces tengan que buscarlos.
* Tomado de la revista mensual
“Pequeña y Mediana Industria”,
Organo de Nacional Financiera;
Año 5, No. 39; Enero de 1985.
Ventaneando, Viernes 25 de Octubre de 2019.