DURANTE décadas, los mayas han contado a los visitantes que desde los vestigios de Tulum sale un camino invisible que pasa bajo el mar. Cuando el camino se abre, el mundo pasa por allí: nuevas mercancías, viejas monedas y pueblos de forasteros. Algunos extranjeros serán amigos, otros, enemigos, y los mayas deben intentar vencerlos. Así fue desde un principio, desde que guardamos memoria.