HUBO un tiempo en el que la máquina de escribir tuvo que dejar el despacho al que solía estar destinada para vivir palmo a palmo con su propietario la odisea del trabajo periodístico, literario, estudiantil y hasta burocrático.
El voto es mejor ¡con una cerveza!
RECIÉN pasaba la mitad del siglo XX para México cuando se avecinaba el llamado ‘año de Hidalgo’ alemanista y, por lo tanto, las nuevas elecciones presidenciales que permitirían que el 1 de diciembre de 1952 le pusieran la banda presidencial al contador veracruzano Adolfo Ruiz Cortines, después de acallar la polémica a razón de que el candidato contendiente Miguel Henríquez Guzmán, del Partido Constitucionalista Mexicano, anunciara su triunfo sobre el priísta.
TIZOC: AMOR INDIO.
La mancuerna María Félix-Pedro Infante encontró en este icónico filme dirigido por el Indio Fernández la ocasión para hacer con sus entrañables habilidades histriónicas un exacerbado guiño al indigenismo aleccionador de mediados del siglo pasado.
“SI niña: y cuando mueren los inamorados, el alma de ellos se mete en los cinzontles pa’ seguirle cantando su cariño a tata Dios”, piensa el indio Tizoc mientras sostiene en sus brazos a su enamorada. Él es el último descendiente de príncipes tecuates que hasta entonces ha sido odiado y perseguido por los pobladores de un pueblo mixteco que visita, lo mismo para cazar con su poderosa honda a los animales, que para comerciar con las pieles que les arranca íntegras.