(EN EUROPA LAS ‘VIEJAS’ VAPULEAN A LOS ‘VIEJOS’)
HACE unos meses, la escritora Espido Freire y yo asistimos a una escena terrible en el aeropuerto de Chicago. Una mujer de unos treinta años, alta y fuerte, con un bebé entre los brazos, daba un alarido de animal, un rugido feroz que nos heló la sangre; y después se puso a gritar a su pareja, supongo que a insultarla (hablaba en alemán, lengua que no entiendo), de una manera frenética.
El hombre, también joven y alto, pero no más que ella, estaba demudado y en absoluto silencio. A sus piernas se agarraban, aterrorizados, dos niños pequeños de unos cuatro y seis años.
La energúmena seguía vociferando, con una ira y una agresividad indescriptibles, contra ese pequeño grupo tembloroso y pasivo que era la viva estampa de la desolación. El ambiente estaba cargado de violencia y en el aire vibraba una amenaza cierta, que se volvía angustiosa al pensar en el pobre bebé que esa loca furiosa apretaba entre los brazos sin prestarle atención, como quien lleva un enojoso paquete.
Nosotras tuvimos que marcharnos a coger nuestro avión y les dejamos allí, atrapados en su tragedia. Era una escena que te encogía el corazón.
También hay mujeres que maltratan a sus parejas. Sucede incomparablemente menos veces que al contrario, desde luego, pero sucede.