EN México nos volvemos especialistas en encontrar motivo de celebración, de fiesta. Es tan común armar mitote por algo, que los acontecimientos más fastuosos, en su razón, luego quedan de lado. Como cada año desde que en 1810 un grupo de valientes, de visionarios, se atrevieron a romper el yugo del invasor. El país, no sin capítulos amargos, ha venido conmemorando hechos tan insignes.