EL problema de estirar una liga es que puede romperse. En México, AMLO estira la liga en todos y cada uno de los actos de su gobierno que se suceden en cascada cotidiana. Lo hace con cuidado, tanto que al momento de advertir que la liga está en el límite, la afloja, inventa algo para distraer al respetable, pide una disculpa, pide que alguien se disculpe, con lo cual avanza en su proyecto de renovación.
El clima de confrontación que vive un sector bien identificado de la sociedad con el gobierno y, por el otro, el enamoramiento ciego de los seguidores del caudillo que aplauden lo que salga de su boca, no permite avanzar en el diseño, puesta en marcha y evaluación del rumbo nacional.