¿QUIÉN manda en Morena? ¿Alguien manda? La respuesta inmediata sería Claudia Sheinbaum, en su calidad de heredera del bastón de mando del movimiento y presidenta del país. En este espacio he sostenido que el peso de las decisiones dentro de esta fuerza política lo lleva ya Sheinbaum, como resultado de la inercia del presidencialismo en nuestro país, la popularidad que ha conseguido y la capacidad de liderazgo mostrado, en particular en su relación con empresarios y en las controversias con Donald Trump.
Sheinbaum y López Obrador, box de sombra
ES tan apabullante el dominio político de Morena y tan débil la oposición, que por el momento parecería que la única esperanza de críticos y adversarios reside en apostar por la descomposición interna y las fracturas del grupo en el poder. Un deseo comprensible, pero que en ocasiones remite a lecturas absurdas o, de plano, tan forzadas que resultan involuntariamente cómicas.
México es mucho más que los arrebatos de Trump
SÍ, Donald Trump es todo eso de lo que venimos indignándonos, pero México es mucho más que ese personaje y lo que representa. Dejemos atrás los lamentos y afrontemos de la mejor manera posible el impacto del tsunami desatado. Si de un lado hay un infante empoderado y encaprichado, habrá que demostrar que de este lado hay un adulto responsable en la mesa.
Trump, ¿qué sigue?
EL regreso de Donald Trump es, en efecto, una mala pasada de la vida; una putada en buen español. No solo se trata del daño puntual que puede provocar. La victoria de Trump representa en sí misma la constatación de los males del mundo en que ya hemos entrado. Nadie lo ha dicho mejor que Antoni Gutiérrez-Turbi(..):
Andy y Claudia
LA anunciada designación de Andrés Manuel López Beltrán como mancuerna de Luisa María Alcalde para presidir Morena ha generado enorme polvareda y todo tipo de especulaciones. La mayor parte de las reacciones lo interpretan como una jugada estratégica de Andrés Manuel López Obrador para mantener control sobre el movimiento y, dentro de seis años, asegurar el encumbramiento de su dinastía. Se da por descontado que el ascenso del hijo del fundador en automático debilita la figura de Claudia Sheinbaum como heredera política del obradorismo.
Tutorial para ser presidenta
NADIE estudia para ser presidente, ni hay cursos intensivos para convertirse en mandatario. YouTube puede estar abarrotado de tutoriales para cualquier tema que pueda a uno ocurrírsele, pero no éste; no hay manual del usuario para manejar al país. Bueno, no lo había hasta que a López Obrador se le ocurrió la idea de viajar cada fin de semana con la presidenta electa.
Los retos de Claudia Sheinbaum:
EL riesgo es real. Tras una presidencia tan poderosa como la de Andrés Manuel López Obrador, fundador y líder absoluto de su movimiento, los actores políticos contemplan el cambio de sexenio como una oportunidad para ampliar su margen de poder. Prácticamente, una ley de la física que Claudia Sheinbaum no ignora. Gobernadores, coordinadores del Poder Legislativo y del Judicial, líderes sindicales, militares, dirigencias departidos, empresarios, por no hablar de los núcleos obradoristas duros que intentarán imponer condiciones y un largo etcétera. O como decía un viejo conocido: “Yo empujo y sigo empujando mientras sienta blandito; me paro cuando se percibe más duro”.
Las lecciones del Tren Maya
SIN la férrea voluntad del Presidente, ninguna de sus obras emblemáticas se habrían terminado a tiempo (o se habrían terminado, punto).
Intelectuales, al borde de un ataque de nervios
SORPRENDE la pobreza argumentativa que mostró el desplegado de esta semana de 46 académicos, literatos, ensayistas y uno que otro exfuncionario, para exigir a los medios de comunicación “que en los canales estelares de la televisión abierta y en los horarios de máxima audiencia, se den iguales espacios de calidad a ambas candidatas, tanto en cobertura como en entrevistas”. Se trata de medio centenar de intelectuales, la mayoría con valiosa obra en diversos campos y, por lo mismo, firmantes de un texto extrañamente endeble, aunque sintomático de un problema de fondo.
López Obrador en 2033
¿QUÉ quedará de la impronta de Andrés Manuel López Obrador de aquí a diez años? Desde luego, habrá una lluvia de balances al final de su sexenio, a partir de la revisión transversal de la economía, la sociedad, la política y hasta la geografía del país. Pero en los siguientes años algunos de los cambios resultarán efímeros, otros se modificarán como producto natural de las circunstancias y las peculiaridades de cada administración, y habrá también aquellos que pervivirán, incorporados al ADN de la vida pública de México. De entrada, me gustaría señalar tres de estos últimos. Dos de ellos, me parece, son de carácter positivo; el tercero, en cambio, muy preocupante.