LOS muertos no leen esquelas y es bueno que así sea, porque las esquelas no se publican para los muertos, sino para los vivos. Y si bien no tengo nada contra los muertos ni contra los vivos ni contra las esquelas, me parece que fueron muy pocos los impresos y fueron muy pocos los buenos recuerdos públicos que se dedicaron a un personaje como la señora Fernanda Villeli, que logró algo muy difícil: entretener a muchos millones de personas contándoles historias que acaso les permitieron olvidar la propia, aunque fuere por un rato.