EL ataúd estuvo expuesto en el escenario del Teatro San Rafael. Ahí, en su teatro consentido, Manolo Fábregas recibió los aplausos post mortem. Cientos de asistentes enlutados (artistas, empresarios, directores, tramoyistas y admiradores anónimos) sollozaron ante el cristal que reflejó el rostro sereno del actor, director, productor y empresario que murió con la genuina satisfacción de los retos logrados. El hombre que le dio vida a tantos personajes habría de sufrir el drama de una sola muerte, la real, la suya.