“¿CÓMO está mi bebé, doctor? ¿Nació bien?”. Esas fueron las preguntas que nunca le respondieron a Evelyn, mamá primeriza de 20 años, porque la respuesta estaba en el rostro de su hija, a la que después llamaría Natalia.
Lo primero que Evelyn vio cuando la cargó fue su rostro deforme. “Tenía como un agujero en la cara”, expresó llorosa. La pequeña había nacido con labio hendido.
Lo que en ese momento para Evelyn era una tragedia, dos meses después se convirtió en una buena experiencia, porque para el bautizo de Natalia, una vez que su rostro había sido reconstruido por medio de una cirugía, la malformación se había borrado por completo. Ni siquiera los invitados a la fiesta notaron que la pequeña nació con labio hendido.
Uno de cada 600 niños que nacen en México corre la misma suerte que Natalia.