TODOS conocemos más o menos bien lo que es la imagen del charro. Ya sea por las películas –que nos han dado fama mundial, pero por las cuales hay quienes piensan que vestimos cotidianamente de sarape y sombrero–, desfiles deportivos, eventos organizados por alguna asociación de charrería o algunos cuadros de Ernesto Icaza. Para los más cultos, la figura gallarda de un charro se nos presenta con su sombrero de ala ancha, pantalón ajustado con botonadura de plata; chaquetilla, espuelas y otros elementos característicos que no se usan en la indumentaria de otros pueblos y por lo cual a la charrería se le tiene como un símbolo de identidad nacional.