LA tempestad llama al faro antes que al timón. Antes de virar a babor o a estribor, los barcos y los países al borde del naufragio tienen que orientarse para salir del peligro. No han de buscar el este ni el oeste, sino el norte: No un punto cardinal de la geometría electoral sino la guía de la ética política. El destino ha de determinarse una vez que se ha librdo la borrasca y se ha salvado la embarcación nacional.
La tormenta de podredumbre que enfrentamos es de dimensiones bíblicas. Nos azotan lluvias torrenciales de inmundicia, vientos huracanados de fetidez. ¡Y todavía hay quienes se preguntan de dónde viene el temporal!