TODAS las mañanas el Presidente Andrés Manuel López Obrador ofrece en su conferencia de prensa un doble espectáculo de abuso: de palabra y de poder.
Abusa todos los días de su derecho a la palabra y cruza algunos días los linderos de abuso de poder.
El abuso de la palabra empieza por la cantidad de tiempo que el Presidente habla, por el espacio que captura en los medios y por el carácter casi monopólico de esa captura.
No hay en los medios atención o espacios equivalentes, proporcionales, para los otros actores políticos, en particular para la oposición y, sobre todo, para los afectados por la palabra presidencial.