Cirujano Pediatra y analista.
Reynosa, Sábado 13 de Enero 2018.
EL domingo 1 de julio del presente año 2018 ya se aproxima. En esa fecha por primera vez se va elegir la mayor cantidad de candidaturas en la historia de México, ocupando un primerísimo lugar de importancia la disputa por la Presidencia de la República.
Por este motivo la Federación entregará a los partidos políticos la friolera de 6,788 millones de pesos para la contienda, lo que representará 7.9% más que en 2012; o sea, 363 millones más.
Sorprende y exaspera que, habiendo miríadas de pobres en nuestro país, tengamos una democracia que inequívocamente puede declararse como una de las más caras del orbe.
Y es que, mañosamente, son los mismos partidos por medio de sus bancadas legislativas los que se las han arreglado para que cada año en que presentan el Presupuesto de Egresos de la Federación, matizándonos el claro mensaje de que “todos nos debemos apretar el cinturón” para la optimización del gasto, al final ellos quedan exentos de esta medida con el consiguiente obsceno incremento de sus prerrogativas. Ergo, cada vez es más lucrativo mantener la franquicia partidaria.
Anteriormente podíamos señalar al Partido Verde Ecologista de México como el partido-franquicia por antonomasia. Empero, el mal ejemplo cunde y vemos que ahora la mayoría de los partidos se ha mimetizado, para desgracia de la mayoría de los mexicanos.
Reconsiderar la fórmula, que ellos mismos nos impusieron, para calcular los emolumentos a recibir en base al número de ciudadanos registrados en el INE, se vuelve imprescindible.
Podemos aceptar que reciban un apoyo federal pero considero por demás prudente que una reducción del 50% de sus dietas, para empezar, sería sano para las finanzas del país y posteriormente evaluar cuánto más se pueden reducir, hasta llegar a cifras que no ofendan a los más necesitados.
La medida anterior serviría para que cada partido, a través de sus militantes y simpatizantes, aporte lo necesario para completar el gasto de campaña.
Se nos ha dicho innumerables veces que el apoyo económico a los partidos es para “blindar la democracia” del dinero mal habido. Pues bien, podemos afirmar que a pesar de la multimillonaria cifra presupuestada se sigue torpedeando el supuesto blindaje con aportaciones no registradas, tanto de fuentes lícitas como ilícitas, por lo que la premisa anterior cae ante la evidencia.
Por otra parte, observamos cómo los nueve partidos existentes se han aglutinado en tres coaliciones, con tres partidos cada uno. ¿Casualidad? No lo sé, pero sí llama la atención que en ningún caso hay semejanza de principios entre ellos que los haga por lo menos comprensibles para el imaginario popular.
La mezcla de tendencias, de derecha con izquierda, de conservadores con liberales, no ha hecho más que confundir al electorado propiciando que concluyamos que las coaliciones sirven más para perpetuar la existencia de los partidos –prerrogativas incluidas–, que para defender idearios y programas fundacionales.
La definición que nos ofrece Wikipedia de la palabra Cártel es la siguiente: “Es el término con el que se identifica a una gran organización ilícita o a un conjunto de organizaciones criminales que establecen acuerdos de autoprotección, colaboración y reparto de territorios (plazas) para llevar a cabo sus actividades”. Quitémosle los términos ilícita y criminales, ¿y cuál es la diferencia?
Sin temor a equivocarme se puede aseverar que vivimos tiempos ominosos de partidocracia, ya que son ellos, los partidos, los que determinan la agenda nacional. Solamente con la participación de la sociedad civil organizada podemos revertir esta situación y evitar la consolidación de “El Cártel de los Partidos” y sus funestas consecuencias.
Ventaneando, Lunes 22 de Enero de 2018.