(TEXTO DE HACE 40 AÑOS)
LOS padres de Amalia recuerdan con horror las palabras que les dijo el médico de Torreón: “Paseen a la niña todo lo que puedan y consiéntanla mucho, porque en mi opinión no vivirá más de 12 meses”.
Esto ocurrió hace tres años, cuando la niña, Amalia, tenía 4. Los padres, un ferretero y una ama de casa de Torreón, Coahuila, habían llevado a la niña al médico para que le revisara una bola del tamaño de una guayaba que le había salido en el cuello. El estudio reveló que se trataba de un tumor canceroso.
Lejos de darse por vencidos, los padres de Amalia la llevaron al servicio de oncología del Hospital Infantil de la ciudad de México. Allí, un cirujano extrajo a Amalia el tumor. Luego le administraron cobaltoterapia y medicamentos antitumorales. Hace poco Amalia cumplió 7 años y es una niña ni más ni menos saludable que sus compañeras de escuela. De la operación sólo le quedó un leve hundimiento en el cuello. Cada 4 meses debe viajar al DF para revisión, pero ya le han suspendido el tratamiento.
Mal frecuente. –No todos los casos tienen final tan feliz–, aclara el jefe del servicio de Oncología, el doctor Mario Silva Sosa, un cincuentón de cabello gris y trato paternal. –Hay niños que fallecen aunque reciban el tratamiento adecuado. Muchas veces esto se debe a que no se les ha diagnosticado el mal en forma temprana.
El cáncer infantil es más frecuente de lo que se cree: Cada año se registran en el país cerca de 2 700 nuevos casos (400 ó 500 sólo en el Hospital Infantil), de los cuales el 40% corresponden a leucemia, es decir, el cáncer de la sangre; en orden decreciente siguen los tumores de las vías linfáticas (linfomas) y los riñones.
Así como es falso que el cáncer sea una enfermedad de la edad adulta, también es falso que sea siempre mortal y que no pueda curarse: Los oncólogos del Hospital Infantil y del Hospital de Pediatría del Seguro Social han controlado y curado a centenares de niños como Amalia. La leucemia se trata con éxito en el 73% de los casos y los tumores del riñon en el 80%.
Los éxitos serían todavía más frecuentes si los niños llegasen más temprano a la consulta oncológica. En la mayoría de los casos la culpa de la demora es de los padres; en otros, como en el de Amalia, de algunos médicos deficientemente informados acerca de los tumores infantiles.
La falta de apetito, la fiebre que no tiene explicación, la pérdida de peso o la aparición de “bolitas” o supuestos quistes en alguna parte del cuerpo deben ser motivo de una consulta médica inmediata. Lo más probable es que el médico diagnostique ganglios inflamados por una infección inofensiva y recete antibióticos. Pero en 10 de cada 100 000 casos se tratará de un tumor, y ningún padre puede asegurar que su hijo no esté entre esos10.
No hay reglas. Silva Sosa señala que en la leucemia, el mejor tratamiento son los fármacos antitumorales, lo mismo que para los linfomas, en los que desde hace años se ha abandonado la radiación con bomba de cobalto.
En algunos casos se recurre a la cirugía y a los medicamentos, y en otros se agrega la cobaltoterapia. No hay reglas estrictas: Cada niño requiere evaluación y tratamiento individuales. Los niños casi nunca deben hospitalizarse –salvo para la cirugía–; la mayor parte de las 12 camas de que dispone el Hospital Infantil son para los pacientes en período de estudio que viven demasiado lejos para que sus padres los estén trayendo y llevando cada día.
En el Seguro Social las condiciones son parecidas, aunque el nivel socioeconómico de los pacientes es más alto y por lo tanto los niños suelen llegar a consulta más rápido y en mejores condiciones de salud, alimentación, etc.
El doctor Pedro González Chirinos, jefe de Oncología del Hospital de Pediatría, casado y padre de 2 adolescentes, señala que el último año se detectaron casi 100 nuevos casos de leucemia y alerta sobre los primeros síntomas: Fiebre, anemia, sangrados por la nariz o moretones. Detectados a tiempo, 50% de los niños con leucemia sobreviven 4 o más años y muchos tienen remisiones tan largas que se les considera curados. Hay muchos adolescentes que recibieron tratamiento cuando eran niños y todavía tienen que ir a sus revisiones periódicas.
González Chirinos y Silva Sosa coinciden en la necesidad de informar mejor a los padres de familia para que consulten ante cualquier anomalía en la salud de sus hijos y para que, una vez hecho el diagnóstico de cáncer, colaboren con los médicos.
–La reacción de los padres es muy variable–, apunta González Chirinos: –Oscila entre la indiferencia y la desesperación. Algunos despliegan una actitud de incredulidad (“No es posible que a mi hijo le ocurra esto”), se niengan a aceptar el diagnóstico y dicen que van a cambiar de médico. Unos pocos incluso han ido a quejarse a la dirección del hospital contra el especialista que diagnostica el cáncer.
Charlatanes y curanderos. Silva Sosa se lamenta que la mayoría de los niños, antes de llegar al hospital, hayan sido puestos en las manos de charlatanes y curanderos. A él mismo le han ido a vender toda clase de brebajes y menjurjes: En un estudio que hizo por curiosidad, descubrió que 36 niños, de los cuales fallecieron 35, habían tomado cápsulas de carne de víbora, que se vende a 7 000 pesos el cuarto de kilo.
También existe una receta absurda: Beber 7 litros de té de hojas del árbol conocido como 5 Puntas. Sabe de un curandero de Tepito, en el D.F., que receta a los pacientes una dieta vegetariana consistente en comer 8 lechugas al día. Por supuesto, todas estas patrañas no ayudan, en nada y, al contrario, impiden que se utilicen los tratamientos cuya efectividad ya está comprobada en todo el mundo.
Urgen patrocinadores. Silva Sosa, un médico que ha dedicado casi toda su vida a tratar tumores en niños, señala que en Estados Unidos el tratamiento cuesta entre 15 000 y 20 000 dólares, mientras que en México sólo se gasta una fracción de esas cifras. Por tal motivo, Silva Sosa pide a sus pacientes pudientes donativos para sufragar los tratamientos de los humildes. Hace poco un grupo de ingenieros petroleros donó al hospital una bomba de cobalto y ahora Silva Sosa está buscando patrocinador que costee la instalación.
La mayor satisfacción de Silva Sosa se la dio el primer niño curado de leucemia en el Hospital Infantil: Tenía 3 años y estaba tan grave que tenía afectadas las membranas cerebrales. Muchos médicos aconsejaban dejarlo morir, pero Silva Sosa siguió tratándolo. Hoy, aquel niño tiene 29 años, se casó y tiene dos criaturas. Cada cierto tiempo pasa al hospital a saludar al médico y, como tiene una imprenta, le hace gratis los recetarios.
* Tomado de la revista “Contenido”.
No. 245, Mes de Octubre de 1983.
Ventaneando, Viernes 18 de Agosto de 2023.