LA DIMISIÓN de don Porfirio contenida en esta elocuente carta a la Cámara de Diputados, fue un gesto de gran valía moral. Planteó con ella el dictador evitarle a México un gran derramamiento de sangre –si bien éste se produciría después entre los protagonistas de la Revolución, por las disputas del poder–, lo que la Historia le reconoce. La firma autógrafa de Díaz es una joya grafológica. (Archivo ‘Ventaneando’)
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