He aquí un sesudo análisis sobre la profesión más antigua de la humanidad, formulado por un clérigo emérito con un conocimiento del tema que resulta sorprendente en su condición marginal de las inclinaciones masculinas por el sexo. Él da respuesta cabal a la interrogante de porqué hombres de matrimonios aparentemente estables recurren a sexoservidoras para obtener un “rato de placer”.
DENTRO del marco de la sociedad capitalista una respuesta simple a la pregunta del encabezado sería que la prostitución existe porque sigue las leyes de la oferta y la demanda. Mientras haya quien pague por “un rato de placer” habrá otro que ofrezca ese “servicio” al mejor postor. Sin embargo, el problema es complejo. Inexplicable en casos tan notorios como el del golfista que teniendo una esposa preciosa mantenía relaciones furtivas con muchas otras mujeres a las que pagaba por sexo.
Muchas figuras de la política han caído en desgracia cuando se les comprueba que pagaban sexoservidoras. Las estadísticas muestran que los solicitadores de prostitutas pueden ser doctores, abogados, contadores, maestros, albañiles, jornaleros, etcétera. Muchos de los que son arrestados por solicitar sexo a cambio de un pago son hombres casados, a veces que mantienen varias relaciones a la vez y que no cumplen con el estereotipo del hombre tímido y solitario.
Los hombres tienen diversos motivos por los cuales acuden a las mujeres de la vida galante. Algunos necesitan de variedad y aunque están bien con sus parejas pues tienen matrimonios estables y bien avenidos, sienten que necesitan de otras mujeres para complementar su vida sexual.
A otros los atrae el peligro y disfrutan de ir en busca de una prostituta como si fueran de cacería. Ellos salen a buscar una “presa” y corren el riesgo de ser literalmente apresados en una cárcel si resulta que dicha mujer que encontraron es un señuelo, casi siempre una mujer policía disfrazada, que al momento de ser solicitada llama a su unidad y arrestan al “cazador”.
Los más acuden a estos servicios por no tener la confianza con su pareja de explayarse sexualmente, ya sea porque consideran que su esposa debe cumplir con ciertos estándares de pureza y no la creen capaz de hacerles ciertas poses o de jugar ciertos roles que a ellos les excitan, o porque ellos mismos se sienten inferiores a su pareja, ya sea porque ella sea más educada, gane más dinero, provenga de una clase social con más recursos económicos. En fin, que se sienten menos y su imagen de sí mismos es la de una persona que no merece ser complacido por aquella mujer que tienen sobre un pedestal.
Por ello el individuo requiere solicitar los servicios sexuales de una mujer a la que despreciaría si la mirara de día por la calle. O negaría conocerla si algún día se la encuentra, pero que sin embargo le sirve para irse a acostar con ella y ejercer así una posición de poder, tratando de olvidarse de su complejo de inferioridad aunque sea solo por un momento.
Víctor Malarek, autor del libro “Sexo en venta y los hombres que lo compran”, explica que en los tiempos modernos algunos hombres no quieren perder el tiempo que les tomaría la conquista de una mujer, que luego accediera a sus avances, por lo que se saltan completamente esa fase de las relaciones y prefieren pagar he ir directo al grano.
Claro que eso requiere el vivir ese momento imaginándose que aquella mujer solo le quiere a él, que solo por él es que se contorsiona y estimula de tal o cual manera y que simplemente está ahí para satisfacerlo.
La realidad es que esa mujer, debido a tanta práctica, sabe actuar muy bien su papel y justo cuando termine con él repetirá el mismo acto con el siguiente cliente. Además, pocos se detienen a pensar cómo es que esa mujer ha llegado a ejercer el oficio más viejo del mundo, si ha sido víctima de trata de blancas o ha sido sexualmente abusada desde niña y ve la prostitución como una continuación del abuso al que la sometieron, con la diferencia de que ahora le saca un provecho económico.
Por supuesto que a ninguno de los solicitadores le interesa pensar eso, pues le rompe la ilusión ya señalada. La prostitución es dañina tanto para los que la solicitan como para los que la ejercen, y es como una hierba mala que extiende su raíz y destruye a veces a la familia completa de aquel inconsciente solicitador.
Ya Jesús lo dijo: “…levántate, vete y no peques más; y aquél que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”.
Y recuerda que Dios te ama y yo también.
* Msgr. Juan Nicolau, Ph.D.STL. Sacerdote jubilado
de la Diócesis de Brownsville, Texas. Es terapeuta
familiar y consejero profesional con licencias.
Ventaneando, Lunes 22 de Abril de 2019.