Abogado y escritor.
NOTA DE REDACCIÓN: Pasado mañana se cumplen 105 años del nacimiento de Octavio Paz (1914-1998), Premio Nóbel de Literatura 1990. En homenaje a su memoria se reproduce a continuación un sesudo ensayo sobre tan esclarecido personaje de las letras mexicanas, publicado hace 29 años en el que era el órgano oficial del Gobierno de Tamaulipas en materia cultural. Es la expresión de un amplio conocedor de la obra poética, filosófica, ensayista y de acerba crítica del celebrado autor de “El laberinto de la soledad”, que conserva la frescura original de hace casi tres décadas por hallarse vigentes los conceptos vertidos sobre Paz vivo, hoy a poco menos de 21 años de su muerte, acaecida el 19 de abril de 1998.
EN medio de la Revolución, cuando al ebrio tirano no solo se le caía la copa sino también el poder, el 31 de marzo de 1914, cuando el general Victoriano Huerta se desplomaba, nació, en el rumbo de Mixcoac en la Ciudad de México, Octavio Irineo Paz Lozano.
Su inteligencia, dotada de una dolorosa lucidez, lo llevaría a explorar las oscuras cavidades de lo mexicano. La soledad de su pensamiento entró en el tiempo nublado del laberinto de lo real.
Su familia paterna hunde su raíz en Jalisco. Es nieto del general Irineo Paz e hijo de un zapatista y de una mujer descendiente de andaluces. Octavio Paz desde pequeño observa el universo dividido en dos: Las mujeres católicas y reverentes, y los hombres liberales y masones.
Su educación con los maristas no impide, según su propia confesión en entrevista concedida a Rita Guibert, que se convierta con el tiempo en un antideidista beligerante. En 1929, cuando el movimiento autonomista de la Universidad Nacional de México, Paz tiene 15 años. No aparecerá sino 5 años después.
ESPAÑA, 1934
Verde como serpiente en la espesura del bosque, la poesía de Paz en 1935 es como los tallos tiernos: mitad vegetal, mitad tierra. Así, en “Bajo tu clara sombra” y “Raíz del hombre”, hay solo el anunciamiento de la palabra inmóvil que aún no enseña el rastro, que se queda en “Sombra, alba de luz somnolienta”.
Es en este tiempo cuando Paz conoce a Rafael Alberti y a Pablo Neruda. Es la época de la lucha antifascista. Es el tiempo de “¡No pasarán!”. Tiempo en que se reunió con César Vallejo, Vicente Huidobro, Serrano Plaja, Gil Albert.
Vuelto a casa funda la revista “Taller” (1938) con Rafael Solana y Efraín Huerta. Tiempo de febriles reuniones con exiliados españoles. De los años 40 a 48 la poesía de Paz se vuelve rebelde y desolada. La búsqueda y la blasfemia forman un equilibrado maridaje. “Te he buscado, te busco / en la cólera pura de los desesperados”. El vacío indecible sale a la noche y sueña. En el homenaje a Villaurrutia habría de escribir: “La noche nace en espejos de luto”.
PIEDRA DE SOL, 1957
Este poema es el diamante en donde el corte perfecto en la metáfora se hace espejismo y uno cae en el sueño insondable de las letras. “Piedra de sol” es donde la perfección de la arquitectura toma por asalto a la palabra, en mi opinión el poema más grande de Octavio Paz.
La forma va desvaneciéndose y sufre pequeños deterioros en un sacrificio obligado por el fondo mismo del poema. “Piedra de sol” es la conciencia de un hombre torturado y lúcido que se repite a sí mismo cuál es el sentido de la vida en la poesía y cuál el de la poesía en la vida. Obviamente, no quiero ni pretendo reducir tan vasta obra del autor a un solo poema; hay una enorme cantidad de ellos que pueden ser considerados como poesía mayor.
“Piedra de sol”, donde el hombre se derrumba para repetirse que por un instante inmenso vislumbra “la unidad perdida, el desamparo que es ser hombre, la gloria que es ser hombres y compartir el pan, el sol, la muerte, el olvidado asombro de estar vivos”.
PROSA, ENSAYO Y TELEVISION
Hay quienes opinan que Octavio Paz es mejor prosista que poeta, vuelto el rostro hacia sus magníficos ensayos. Los poetas, si se lo proponen, pueden escribir buena prosa. No todos los prosistas pueden llegar a ser aceptables poetas. De ahí que este argumento sea más de los detractores de Paz que de los auténticos conocedores de su obra, ya que su prosa es por cierto una de las mejores de lengua castellana.
“Corriente alterna”, “Águila o sol”, “Posdata”, “Sor Juana o las trampas de la fe”, “El ogro”, “Tiempo nublado”, son algunas de las obras en que el poeta Paz cambia de máscara y aparece como ensayista, crítico, testigo y actor a un tiempo que linda entre el drama y la tragedia.
Los vinos, el Estado, las masas, los sindicatos, las hipótesis sobre nuestras fuerzas destructivas, nada escapa al ojo del espectador que parece haberse facultado a sí mismo para convertirse en el narrador, a veces solitario, de los sucesos de su tiempo. Tal derecho le viene de la lucidez de su conciencia, opiniones que lo llevan al centro del ojo del huracán en la polémica.
Paz piensa y habla. Habla y escribe. Escribe y difunde. El monstruo de la modernidad que ha producido profundos cambios en la conciencia del hombre se acerca a Paz, y éste no lo rechaza. La más poderosa fuerza eléctrico-visual trata de diluir al poeta frente a un auditorio estupefacto que no sabe por simple mecanismo de respuesta ¿Qué pueden comprarle a un poeta?

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD
No he querido, deliberadamente, mencionar entre su prosa y sus ensayos a ese inmenso socavón oscuro de donde el poeta Paz saca el misterio de lo mexicano, de su soledad, de su vida y de su muerte. “El laberinto de la soledad” es la biografía común, la confesión colectiva de nuestra historia y su tragedia como soledad espeluznante. Son letras donde se narra nuestra comunión destructiva y vital. “El laberinto de la soledad”, espejo poliédrico que abarca las diversas huellas del rostro de nuestro ser, espejismo que nos acerca y empuja al silencioso cenote de nuestros más viejos orígenes.
Este laberinto es un espacio en donde habitan el secreto y el sueño, el amor voraz, la noche, la crueldad y la memoria; forman una sola entraña. Somos nosotros, usted y yo, susurrados en palabras infinitas para que no las desbarate el viento.

EL ENCUENTRO DE LA LIBERTAD
Octavio Paz convoca y convida a una junta de notables para hablar sobre la libertad. Extraño sentimiento donde la libertad es manoseada y termina por no ser entendida, ni siquiera por tan selectos comensales. Pero ahí está Octavio, el camorrista ideológico, según algunos; el hombre de ideas, según otros. Ahí está Octavio, el Samurai invencible con su abanico abierto lleno de las filosas espinas de su crítica.
Ahora, al dársele el Nobel, la expresión de su inteligencia que replica a sus detractores: “He usado a Televisa, como Televisa me ha usado a mí”. Respuesta lúcida, directa y prepotente; respuesta de poeta.
En el juego de la inteligencia y de los intereses queda el acertijo. Los pequeños enanos han querido, como siempre, ensuciar un triunfo legítimo de muchos años que hoy ha dado sus frutos. No se trata de defender a Paz: Su obra se defiende por sí sola. Solo un mezquino, carente de inteligencia, puede negarlo. Se puede o no estar de acuerdo con sus ideas, pero no se puede poner en duda su indiscutible talento.
Así, en lo que parecía la hora crepuscular, el hermano mayor en la palabra, como lo definió Alí Chumacero, Octavio Paz, el ogro filantrópico de la literatura mexicana, el poeta universal, ha triunfado en el ardiente amanecer del mundo.
* Tomado de la revista “En la Cultura”,
del Instituto Tamaulipeco de Cultura.
No. 8; Cd. Victoria. Octubre de 1990.
Ventaneando, Viernes 29 de Marzo de 2019.