UN RECUENTO HISTÓRICO DE HACE 32 AÑOS
+.- Francisco Cabañas, el primer medallista, viajó a Los Ángeles
1932, gracias a una colecta pública.
+.- Desacato militar de Humberto Mariles para poder competir
en Londres 1948.
+.- El secreto de Daniel Bautista: “Tomar la punta y… ¡al diablo
los demás!”.
(Primera de Dos Partes)
LOS orígenes de nuestro deporte olímpico se remontan no a su primera participación en unos juegos, lo que sucedió en París 1924. Nuestros pioneros forjaron su espíritu preparándose en un mundo guerrero casi de polo a polo, que se convulsionaba bajo el fuego de mil batallas.
Hermanos contra hermanos. Países contra países. Poder contra poder… Pioneros que llegaron al triunfo en medio de la más fantástica concatenación de pasajes históricos, de coincidencias, de sucesos, de tiempos, de paradojas, de personas… Historia tras historia, anécdota tras anécdota ligadas una tras otra. A veces por un lazo mortal, a veces por gestos de bondad infinita.., ligadas, en fin, por todos aquellos hechos, contrastantes, que se viven en un país como el nuestro que, regado su suelo por su propia sangre, luchaba por encontrarse a sí mismo.., en un país cansado ya de la guerra.., de ser conocido como el México Bronco.
Nuestros pioneros. Todo comienza en la primera década del siglo XX. En 1908 nace Fidel Ortiz. Su destino: boxeador. Medallista olímpico… Poco después, y ante el estallido de la Revolución, don Alberto Capilla Montón, platero de abolengo, emigra con su familia a Madrid. Su primogénito, Alberto Capilla Cisneros, continuará allí sus estudios de odontología.
Es 1911. Ya triunfa la Revolución. Ya cae el dictador Porfirio Díaz, quien a bordo del “Ipiranga” parte a su exilio en Europa. El jefe de la escolta que lo acompaña a Veracruz es un siniestro calvo de gruesos espejuelos llamado Victoriano Huerta… El 22 de noviembre nace Gustavo Huet. Su destino: tirador. Medallista olímpico. Exactamente tres meses después, el 22 de enero de 1912, nace Francisco Cabañas. Su destino: boxeador. Medallista olímpico. El primero en nuestro país.
9 de febrero de 1913. La ciudad se convulsiona. Da comienzo la ignominiosa Decena Trágica. Diez días de intensos combates en el centro de la capital. Caen edificios, mueren hombres armados y civiles inocentes hasta que culmina la traición y Victoriano Huerta asume la Primera Magistratura del país después de ordenar el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Se reagrupan las fuerzas de la rebelión para combatir al tirano. Y mientras lo hacen, el 13 de junio, en Parral, nace Humberto Mariles Cortés. Su destino: caballista. Medallista olímpico, como lo será también el basquetbolista Andrés “Calavera” Gómez, quien nace el 30 de noviembre, en Guadalajara.
En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial, y en México es derrotado Victoriano Huerta. Tres años después es promulgada nuestra Constitución, pero no se restaura aquí la paz. Porque todos los líderes de la Revolución quieren seguir siéndolo. Acaso su objetivo es el mismo, pero cada uno tiene su propio modelo de país y se enfrentan, con ferocidad, en aras del poder. México se debate en la anarquía. Entran y salen de la ciudad, victoriosos y luego derrotados, ejércitos y gobiernos. Hoy un presidente, mañana otro. Las sesiones en las Cámaras termina muchas veces en mortales duelos a balazos. Y, así, durante largos años por todo el territorio nacional. Cabalgan, cabeza con cabeza, el crimen, el hambre, la sed, la violencia en todas sus formas, la peste, la desolación… Y uno a uno, víctimas de sus propias ambiciones, de sus propias traiciones, caen acribillados los legendarios caudillos: El 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata en la Hacienda Chinameca; el 20 de mayo de 1920, Venustiano Carranza en Tlaxcalantongo; el 20 de junio de 1923, Francisco Villa, en Parral.
Pero nada frena la marcha del deporte. Como flores en el desierto brotan en nuestra tierra los futuros campeones olímpicos. A pesar de la guerra sin fin y de la inestabilidad del país, cada día hay más clubes, y más canchas deportivas sustituyen a los terrenos abandonados; surgen los organismos deportivos nacionales, que de inmediato se afilian a los internacionales.
México acude a los Juegos Olímpicos de 1924, en París… En 1928 es sede de los primeros Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe. La historia registra que la Selección Mexicana de Futbol inaugura las Copas del Mundo, enfrentando a Francia en Montevideo, Uruguay.
Allá, en Madrid, Alberto Capilla Cisneros conoce a Carmita Pérez y queda prendado de la belleza castellana de pelo azabache y profundo mirar. La enamora en la histórica Burgos y contraen nupcias en 1925. Su primer hijo, Alberto Capilla Pérez, nace en París y su destino es la fosa de clavados. Será un distinguido competidor, en varias ocasiones seleccionado nacional. En 1928, la familia Capilla decide radicar en México y nace aquí, el 23 de diciembre, Joaquín Capilla Pérez. Su destino: clavadista. Medallista olímpico.
1928… Año olímpico: IX Juegos, en Amsterdam. México participa en ellos. El día de la salida, en la estación Colonia y al pie del ferrocarril, los boxeadores Fidel Ortiz, Raúl Talán, Alfredo Gaona y Carlos Orellana son despedidos por un joven compañero de 16 años de edad: Francisco Cabañas, a quien llaman “Cabañitas”, y quien hace una promesa: “Yo estaré en los próximos juegos”. El 17 de julio, once días antes de la ceremonia de inauguración de las competencias, y apenas 48 horas después de su segunda toma de posesión como presidente del República, Álvaro Obregón es asesinado a sangre fría en el restaurante “La Bombilla”, ubicado allá, en el lejano pueblo de San Ángel.
Los Ángeles, 1932. Duodécima Olimpiada. El viaje es largo y pesado: Por tren a Ciudad Juárez, en autobús a El Paso y otra vez al ferrocarril para atravesar el candente desierto de Yuma y arribar a la urbe californiana. Pero vale la pena: México logra sus dos primeras medallas olímpicas, ambas de planta. La primera, por el jovencito aquél que cuatro años antes hiciera una promesa en la estación Colonia: el peso mosca Francisco Cabañas. Un día después, Gustavo Huet llega a un desempate por el primer lugar, y pierde por un discutido blanco en la prueba de tiro con rifle de pequeño calibre, cuerpo a tierra.
Cabañas ha hecho el viaje patrocinado por una colecta pública organizada en la arena Iturbide por Chucho Nájera en su debut como peleador profesional, y complementada por los ahorros de su madre, viuda, dueña de una tienda de abarrotes. 500 pesos cuesta a Cabañas la aventura. Nunca le son devueltos, por cierto. Huet ha competido con una vieja carabina que contrasta con las modernas armas de sus principales oponentes. En un implícito homenaje, dijo de ella el campeón olímpico, el sueco Bertil Ronnmark: “Este rifle, comparado con el mío, es como para matar pajaritos”.
Berlín 1936, decimotercera Olimpiada. Todo en Alemania apunta hacia una nueva conflagración mundial. No obstante, se cumple con el compromiso y la capital germana es sede olímpica. Adolfo Hitler quiere demostrar, en casa y al través del deporte, que es cierta su teoría de la superioridad de la raza aria.
Conducido por Lázaro Cárdenas, nuestro país se enfila ya hacia la modernidad. Poco a poco se restablece el orden, aunque no cesan las asonadas militares, los brotes de rebelión.
El 30 de junio parte la Delegación Mexicana. Por tren a Veracruz, a bordo del buque alemán “Orinoco”, rumbo a Santander, España. Cruzan el Atlántico nuestros deportistas sin saber que en la Madre Patria ha estallado la Guerra Civil. Francisco Franco encabeza la Revolución de los generales y como el encendido Siroco parte del Marruecos español, cruza el Mediterráneo y lleva a la península ibérica el aliento mortal de la lucha armada. Don Juan Botella Asensi, Ministro de Justicia, demanda a su pueblo la defensa de la República. Su hijo, Juan Botella Pastor, cambia las aulas de ciencias exactas por la trinchera. Se le une su prometida, Gloria Medina Cuenca, casi bióloga. Contraen matrimonio al año siguiente entre el repicar de las campanas y el seco estruendo del combate en la capital española. Después se refugiarán en México. Y el 4 de julio de 1941 serán padres de Juan Botella Medina. Su destino: clavadista. Medallista olímpico.
Pero volvamos a 1935: Cuando, después de una travesía de 23 días, el “Orinoco” atraca en Santander, las tropas españolas advierten a los viajeros del peligro. Imposible pisar suelo ibérico. Habrá que zarpar de inmediato hacia Hamburgo, y de allí por tren hacia Berlín. Y así, en solo tres semanas, los hombres que competirán en las justas deportivas pasan de un país que se estremece aún con los estertores de la revolución, a otro envuelto en una cruente guerra fratricida y terminan en otro que se prepara, ya, para desafiar al mundo entero.
Juegos de esplendor nazista. La suástica es el símbolo nacional. Está en todos los escenarios de la imperial ciudad. Como Hitler, quien sonríe cuando, en el último período del juego decisivo, los polistas mexicanos se apean de sus exhaustas cabalgaduras y las jalan de las riendas para defender su meta. Los húngaros lograron dos tantos pero los mexicanos preservan su clara ventaja y vencen por 16-2. Medalla de bronce para nuestros representantes en el llamado deporte de los reyes, practicado aquí nada menos que por Manuel Ávila Camacho, Ministro de Guerra y Marina y futuro presidente de la República. También son de bronce las medallas del boxeador Fidel Ortiz, cuyo entrenador es su viejo amigo “Cabañitas”, y el equipo de baloncesto, deporte que en México se practica en canchas de duela –que son muy pocas–, en los gimnasios, y de tierra y de concreto en los parques, y con unos inmensos balones de cuero, cosidos por fuera, por lo que irregular bote era ideal para romperse los dedos. Hitler mismo premia a nuestros basquetbolistas. No podría imaginar que uno de ellos, el delantero Francisco “Quico” Martínez, ingeniero químico, participaría años más tarde en la creación de la bomba atómica.
Otro miembro del equipo, el potosino José Pamplona, ha hecho el viaje patrocinado por el gobernador de su Estado, José Cedillo, ex jefe de la División del Centro y ex Ministro de Agricultura y Fomento durante el fugaz mandato de Pascual Ortiz Rubio, y después con el propio Lázaro Cárdenas. Cedillo, este mecenas deportivo, encabezará el que de hecho será el último movimiento revolucionario en México. En 1938 se alza en armas contra el gobierno de Cárdenas. Un año después muere en una batalla en la Biznaga, Jalisco. Las fuerzas federales que le dan muerte son comandadas por el general Miguel Enríquez Guzmán, un apasionado de la equitación y dueño de un potrillo, un alazán tostado que, nacido un año antes, galopa alegremente por las llanuras jaliscienses. Le llaman “Arete”. urbe californiana. Pero vale laco Cabañas. en la estaciuandente desierto de Yuma y arribar a la urbe californiana. Pero vale la
Continuará…
* Tomado de la revista mensual
“Metas de la Juventud y el Deporte”.
Órgano de la Comisión Nal. del Deporte.
Año I, No. 2; Junio de 1990.
Ventaneando, Reynosa, Lunes 20 de Junio de 2022.