Más allá de la disputa por los controvertidos trasplantes de cabeza, los científicos están interesados en allegarse suficientes órganos para cubrir la demanda y se preparan con nuevos procedimientos sirviéndose de los últimos adelantos tecnológicos.
Contenido 653, Noviembre 2017.
(FRAGMENTO)
PARA finales de 2017 se anunciaba con bombo y platillos el primer trasplante de cabeza en un ser humano, llamado así por sus ejecutores. Este procedimiento que hasta hace algunas décadas parecía materia de ciencia ficción estaría cerca de convertirse en una realidad, gracias al desarrollo de la técnica y de los adelantos médicos.
El principal impulsor era el cirujano turinés Sergio Canavero, a quien algunos han llamado “doctor Frankenstein”, apodo que no le disgusta del todo y del cual se ufana. Este cirujano italiano conoce muy de cerca los experimentos de trasplante de cabeza realizados por el científico ruso Vladimir Demikhov, en la década de los cuarenta, y estuvo muy al tanto de los trabajos del cirujano estadounidense Robert J. White en la década de los setenta, que consiguió trasplantar la cabeza de un mono al cuerpo de otro.
Si bien el procedimiento de White fue todo un acierto médico pues el animal pudo interactuar con su alrededor, no estuvo exento de gran complejidad: la cabeza del mono tuvo que ser cortada y se hubo de conectar a un cerebro que le suministrara sangre para mantenerlo con vida antes de hacer el trasplante. No faltaron las voces de alerta y aquellas que descalificaron esos trabajos, considerándolos quimeras, en el caso de las operaciones del ruso Demikhov o de asuntos sin sentido y con fallas, en el caso del estadounidense White, que no pudo conectar la médula espinal.
Recientemente, Canavero participó en el equipo multidisciplinario de China y de Corea del Sur que realizó el trasplante de cabeza de un mono. Con esto se declaró listo para lo que él llamó el futuro: el trasplante de cabeza en casos como cáncer, tetraplejía o distrofia muscular. La fecha establecida era diciembe, el escenario China, pero podría haber algunos cambios.
¿Cuáles son los próximos pasos?, se especulaba entonces. Y lo más importante: ¿hasta dónde se encontraban los límites?
El tema en sí mismo generó un encendido debate en la comunidad científica ya no respecto de la viabilidad ni de los procedimientos quirúrgicos, sino por las consideraciones éticas, médicas y científicas. Entre otras cosas, se cuestionaba la forma en que Canavero había dado a conocer su procedimiento, primero en medios antes de publicarlo en revistas científicas especializadas.
¿TRASPLANTE DE CABEZA O DE CUERPO?
De entrada, el término mismo “trasplante de cabeza” despertó oposición y según los cirujanos que saben, ha sido popularizado de manera indebida. En opinión de Antonio Fuente del Campo, uno de los expertos mexicanos en cirugía craneofacial, se trata también de un tema ético. “Habrá que pensar qué es lo que va a pasar. ¿El cuerpo va a recibir una cabeza o la cabeza va a recibir un cuerpo?”, cuestionaba.
Para Arturo Dib Kuri, exdirector del Cenatra y director general de la asociación Pro Renal, si algún día se realiza lo más correcto sería llamarlo trasplante de cuerpo. Lo complicado, señaló el trasplantólogo, sería resolver los asuntos médicos científicos y ontológicos.
El también cirujano Fuente del Campo, del Hospital Manuel Gea González, atisba otra cuestión: “No nada más se estará cambiando el aspecto de la cara sino poniéndole un cerebro diferente, con otros conocimientos, otros problemas psicológicos y emocionales, se le pasará a otra gente todas sus capacidades pero también todos sus traumas”.
Y ejemplifica con dos problemas que enfrentan los pacientes sometidos a un trasplante de cara: “Que se haga a la idea de que va a ser la misma persona aunque se vea completamente diferente. Ese choque de conciencia, conocimiento y autoimagen no es nada sencillo. El segundo, como todo trasplante requiere de un meticuloso manejo de medicamentos para evitar el rechazo, sumado al factor económico porque no es fácil para una persona estar pagando un medicamento de por vida”.
El tema ético es algo extremadamente importante que se debe analizar, especialmente si el procedimiento traerá un beneficio real al paciente o si solamente es algo que anhela el cirujano para anotarse en la historia de la medicina por “haber sido el primero” en realizar un trasplante de este tipo.
La doctora Esther López Bayghen, del Laboratorio de Biología y Diagnóstico Molecular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) considera que las cuestiones éticas y legales han retrasado el procedimiento, aunque “técnicamente sí se puede realizar, el único problema es ver cómo reacciona el cerebro a la falta de oxígeno en los minutos en que se coloca en el cuerpo receptor. No obstante, la plasticidad del sistema nervioso central técnicamente permite la recuperación”.
Otras dificultades aparejadas tienen qué ver con la cantidad de vasos y nervios que se deben unir a la columna vertebral, la inducción al coma del paciente durante un largo tiempo y la estricta vigilancia a la que será sometido una vez dado de alta, todo lo cual podría interferir con su calidad de vida.
UN NUEVO VIEJO PROBLEMA
En realidad la historia no es nueva, pues en el fondo el problema es el mismo de siempre: la escasez de órganos y donantes. Si bien en nuestro país la situación en esta materia ha cambiado favorablemente (según entrevistados por Contenido), todavía no es suficiente si se toma en cuenta la lista de solicitantes de trasplante que recibe el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) y ya no digamos si nos comparamos con los países de avanzada.
Al cierre de esta edición, en la lista del Regisgro Nacional de Trasplantes había 21,414 personas en espera de un órgano para ser trasplantados, de los cuales 13,454 necesitan un riñón y 7,743 una córnea.
El director del Cenatra, José Salvador Aburto Morales, considera que en materia de trasplantes en México se ha mejorado de forma importante y derivado de las primeras intervenciones históricas en 1963, el procedimiento pasó “de ser un acto extraordinario y novedoso a una práctica quirúrgica de rutina (porque se hace muy frecuente), pero todavía se quiere de alta tecnología, infraestructura y capacitación para conseguir los resultados que hemos tenido el día de hoy: excelentes”.
A finales del 2017, y según cifras oficiales, el porcentaje de éxito de los trasplantes que se realizaban en nuestro país era superior al 95%.
Hay que recordar que un trasplante –según la definición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán–, “consiste en trasladar un órgano, tejido o un conjunto de células de una persona (donante) a otra (receptor), o bien una parte del cuerpo a otra en un mismo paciente”.
La misma encrucijada que los científicos encaran con respecto a la falta de órganos para trasplante se da en muestro país y en todo el mundo. ¿Qué se debe hacer?
Más allá del show mediático de Canavero, como lo consideran algunos cirujanos, los científicos están en los laboratorios trabajando en diversas opciones: los trasplantólogos depurando las técnicas quirúrgicas y todos al pendiente de los avances de la tecnología con la intención de cubrir el faltante.
En otros frentes se buscan métodos más prácticos como en el caso de la donación pareada, que se abre como una puerta de esperanza para aquellos mexicanos que se encuentran en la lista de espera.
FRACASÓ EL PRIMER TRASPLANTE
NOTA de Ventaneando: Hasta aquí el artículo de Contenido. A continuación en el portal www.xataka.com apareció el 27 de febrero de 2018 el siguiente texto (editado) firmado por Raúl Álvarez:
“NO, ‘el primer trasplante de cabeza humano’ no ha sido un éxito, aunque nos lo quieran vender como tal.
“Desde la mañana de este viernes, varios medios internacionales han hecho eco al anuncio del neurocientífico italiano Sergio Canavero, quien salió a confirmar a los cuatro vientos que había logrado con éxito la primera operación del mundo para trasplantar una cabeza de un cuerpo humano a otro.
“El detalle es que ambos cuerpos ya eran cadáveres.
“(..) Al día de hoy Canavero dice haber realizado dos pruebas, una con monos y otra con ratones. En el caso del mono y en palabras de Canavero, el mono sobrevivió al trasplante y murió tras veinte horas, pero nunca recuperó la conciencia. (..) El segundo caso consistió en trasplantar un injerto de cabeza de una rata a otra. Sí, un injerto que Canavero nos quiere vender como trasplante de cabeza exitoso.
“El punto más sobresaliente dentro de esto es que en ambos casos se desconoce el procedimiento, los estudios e incluso los resultados, todo se basa en la palabra del científico y los ‘papers’ que ha publicado su equipo. Por supuesto, todo esto ha levantado una fuerte polémica en los círculos científicos, donde ya tachan a Canavero de ‘charlatán’…”.
Ventaneando, Lunes 29 de Octubre de 2018.