No se cumple el Programa Nacional de Vacunación, por carecerse de insumos. Y viene la amenaza de la caravana de hondureños, algunos de sus niños portadores de paludismo, tuberculosis y Sida, entre otros males.
DESDE hace poco más de tres años los que nos dedicamos a la práctica de la Pediatría hemos visto con preocupación cómo se ha ido incumpliendo el Programa Nacional de Vacunación, ya sea debido a cambios de lo programado en el Esquema Universal de Vacunación o de plano en la no aplicación de la misma por carecerse de los insumos.
Si bien es sabido urbi et orbi de la importancia de la vacunación desde los trabajos del padre de la Inmunología, el inglés Edward Jenner (1749-1823), creador de la vacuna contra la viruela, nos llama poderosamente la atención la poca o nula preocupación de las autoridades federales para evitar el desabasto.
El pasado 16 octubre en el portal ‘Animal Político’ se publicó el texto: “Falla sistema de vacunación: 1.5 millones de menores podrían estar en riesgo de enfermarse”. En ese reporte se señala que sólo una tercera parte de los niños de un año tienen las vacunas indicadas y aplicadas oportunamente. Así mismo, nos informó que la Secretaría de Salud sobrestima la cobertura de vacunación de 90% al no tomar en cuenta que se hayan puesto en forma oportuna y con esquemas completos, lo cual obviamente no da la inmunidad necesaria a nuestros menores.
Si bien se pueden invocar carencias presupuestales para un abasto óptimo, este choca con la realidad al enterarnos que el gobierno de Enrique Peña Nieto gastó en propaganda de 2013 a 2016 la friolera de un millón de pesos por hora (¡!), para un gran total de 36,261 millones. ¿Cuántas dosis de vacunas se pudieron aplicar en lugar de la autopromoción presidencial, que le reporta al mexiquense una aceptación a nivel nacional muy inferior al 20%?
A pesar de que hay una fuerte campaña en la Internet, sobre todo para la no aplicación de las vacunas relacionándolas directamente con casos de Autismo, ésta no llega a la gran masa de población que en nuestro país carece de ese medio, por lo que podemos inferir que es el desabasto la causa principal del incumplimiento. He de señalar además, por rigor médico, que no hay documentación científica vinculatoria entre la vacunación y el Autismo.
También es menester aclarar que el abatimiento de los picos epidémicos de las enfermedades infecto-contagiosas que se logran con los esquemas de vacunación, disminuyen la incidencia de los casos positivos más no la erradicación de la enfermedad en sí. Por ello, podemos afirmar que bajar la guardia en cuanto a la vacunación hará repuntar los casos, tal como lo vemos en Europa con el Sarampión, en Estados Unidos con la Tosferina y desde el mes pasado en nuestro país con los brotes de Parotiditis en Chihuahua, Nuevo León y la Ciudad de México.
En lo que respecta a Reynosa, ya se han presentado cuadros de Síndrome Coqueluchoide al cual pertenece la Tosferina.
Por si lo anterior no fuese suficiente para preocuparnos, hay un nuevo factor que se añade a la situación y ante el cual ignoro porqué no se ha enfatizado la necesidad de actuar, desde el punto de vista preventivo epidemiológico. Me refiero a la caravana migrante de Honduras, con alrededor de 7 mil personas –muchos de ellos niños–, a la que independientemente del aspecto humanitario que nos mandata estamos obligados a oponer un cerco sanitario para detectar casos de Paludismo, Tuberculosis y Sida, entre otros, que son comunes en países aún más pobres que el nuestro. Sin duda algunos niños de la caravana pueden ser portadores de ellos.
Tal cerco, lo reitero, permitiría evitar la diseminación de dichos males durante el trayecto a lo largo de nuestro país, contingente que al parecer convergerá en la frontera tamaulipeca.
Por lo anteriormente señalado es imperativo tomar las medidas urgentemente necesarias. El no actuar nos pasará la factura más temprano que tarde, con las consecuencias en la población en general.
Ventaneando, Lunes 29 de Octubre de 2018.