Periodista.
“LO DEJARON MORIR”, DICE SU PAREJA
Estaba preso en Luisiana y lo pusieron en una celda de castigo en solitario por negarse a comer, en protesta porque le negaron el trámite para conseguir su libertad.
EL largo viaje de Roylan Hernández Díaz terminó en una celda de paredes blancas en el ala de confinamiento solitario de una cárcel de Luisiana. Cerca de él estaban sus últimas pertenencias: un tubo de pasta de dientes, algunos vasos desechables y una hoja de papel que explicaba cómo podía solicitar su liberación del Centro de Detención de Inmigrantes. Pero a él ya le habían negado tres veces la libertad.
El cubano había sido puesto en aislamiento seis días antes, porque dijo que rechazaría sus alimentos en protesta por su detención.
Los carceleros lo pusieron allí aun después de que el personal médico lo remitió a tratamiento de salud mental tres veces y documentó un trastorno intestinal que le provocaba un dolor insoportable.
Y durante al menos una hora antes de que descubrieran que se había ahorcado, nadie abrió la puerta para revistar si estaba vivo. Su muerte podría haberse prevenido.
Una investigación de The Associated Press en torno a la muerte de Hernández en octubre pasado, encontró que hubo negligencia y aparentes violaciones de las políticas gubernamentales por parte de los carceleros del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), en un momento en el que la detención de inmigrantes ha alcanzado niveles récord y han surgido nuevos cuestionamientos sobre el trato que le da el gobierno de los Estados Unidos a las personas que buscan refugio.
ICE requiere que los inmigrantes detenidos en confinamiento solitario sean observados visualmente cada 30 minutos.
El video de vigilancia muestra a una carcelera que pasa dos veces por la celda de Hernández en la hora previa a que fuera encontrado y que escribió en la carpeta guardada en la pared junto a la puerta de la celda.
Sin embargo, no levantó la cubierta de la ventana de la puerta de la celda ni trató de mirar dentro. La última persona que miró por la ventana fue un empleado de la cárcel no identificado, 40 minutos antes de que Hernández fuera encontrado.
Una persona que trabaja en la cárcel y que habló con la AP bajo condición de anonimato, dice que descubrieron después que Hernández no podía ser visto desde la ventana.
Yarelis Gutiérrez Barrios era la pareja de Hernández. Ella había estado con él desde hacía tres años mientras viajaban a través de Sudamérica y Centroamérica, siempre en busca de la manera de llegar a los Estados Unidos.
El hombre que conoció era fuerte, dice, determinado a ganar su solicitud de asilo, no el tipo de hombre que se rendiría fácilmente.
“Creo que lo dejaron morir”, dice ella.
* Tomado del periódico “El Mañana”.
Reynosa, Lunes 16 de Marzo de 2020.
Ventaneando, Lunes 30 de Marzo de 2020.