Columnista.
HISTORIAS DE TAMPICO
EN enero de 1929 George L. Rihl decidió vender la Compañía Mexicana de Aviación (CMA), incluyendo el Aeropuerto de Tampico. La negoció con la empresa Pan American Airways, que desde su corporativo en Estados Unidos monopolizó en pocos años el servicio de transporte aéreo internacional en México mediante una administración agresiva y despótica, respaldada por Washington.
Humberto Musacchio refiere que, en efecto, Pan American compró Mexicana de Aviación “con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos, interesado en controlar el tránsito aéreo entre el propio territorio estadounidense y el Canal de Panamá”, y que para apoyar su desarrollo de inmediato otorgó a la aerolínea la concesión para el transporte de paquetes postales pagándole dos dólares por milla-hora.
En los siguientes años, Mexicana (cuya razón social fue mantenida por los mismos dueños) abrió rutas internacionales como la de México-La Habana (1931), y muchas otras, como las de la costa del Pacífico por Guadalajara, es decir a Mazatlán, Culiacán, Los Mochis, Hermosillo y Mexicali. También inició vuelos a Durango, Torreón, Parral, Chihuahua, Ciudad Juárez, Mérida, etcétera.
La autorización para la apertura de estas rutas fue una demostración del poder que en poco tiempo alcanzó el corporativo estadounidense, que por medio de dos de sus empleados hacía los enlaces en las altas esferas del gobierno mexicano para obtener ventajas.
No obstante el fuerte dominio de Pan American, al término de la década de los años 1930 hizo su aparición en el negocio el capitán Felipe Gutiérrez de Lara Carpenter, con la compañía Transportes Aéreos de Tampico (TAT).
Este capitán, nacido en 1912 en la ciudad de México, radicó en Tampico desde los siete años de edad. Había cursado parte de su instrucción primaria en la escuela “Gabino Barreda”, prosiguiéndola en Monterrey, NL y concluyéndola en la capital del país. Más tarde hizo la preparatoria en el Colegio Graduado de Tampico.
Según la Revista Tamaulipas, No. 339, Gutiérrez de Lara trabajó primero como ayudante de linotipista en el periódico “El Mundo” de Tampico, cuyo director Vicente Villasana lo envió “becado a Nueva York a tomar un curso completo de linotipista”. Sin embargo, estando allá decidió iniciar una nueva vida. Trabajó en una compañía restaurantera durante dos años y luego viajó a Los Ángeles para, poco después, trasladarse a Brownsville, donde laboró en American Airways.
Presumiblemente fue ahí donde inició su aprendizaje en el meno de aeronaves, volviendo a Tampico en 1932.
El capitán Gutiérrez de Lara obtuvo la concesión el 23 de julio de 1940, con la ruta para pasajeros Tampico-El Higo-Tempoal-Tantoyuca-Platón Sánchez-Huejutla. Pero es menester apuntar que desde seis o siete años antes había iniciado de manera independiente el servicio de taxi aéreo.
Efectivamente, a su regreso de Brownsville había continuado formándose como piloto con la asesoría de Antonio Ortiz y Manuel Loro, y poco después –como lo refiere la revista citada–, “tuvo conocimiento de que unos alemanes de Monterrey” vendían en cinco mil pesos un biplano Spartan con cupo para dos pasajeros. Se interesó en comprarlo, pudiendo obtener un préstamo en el Banco de Comercio de Tampico. En 1933 fue a Monterrey y compró la aeronave, la cual trajo sobrevolando la vía del ferrocarril de aquella ciudad al puerto.
Con el apoyo de sus maestros de vuelo, Gutiérrez de Lara inició su incursión en el negocio de transportación aérea al firmar un contrato con la Compañía de Petróleo El Águila, “para llevar las rayas semanales a los trabajadores de Ébano, Naranjos, Cerro Azul y Poza Rica”, servicio que en la décda anterior había prestado eficientemente la Compañía Mexicana de Aviación, de George L. Rihl.
Gutiérrez de Lara despegaba y aterrizaba su avión en el campo de Aero-Club de Tampico, ubicado en Ciudad Madero. Seguramente pagaba alguna cuota de alquiler, pero más tarde los miembros de dicho club abandonaron el campo “por falta de recursos económicos”. Y desde luego el capitán tramitó los derechos de posesión de los terrenos, que quedaron en su poder más tarde, con lo que el negocio creció. A este campo aéreo le bautizó con el nombre X-52.
De 1940 a 1953 la compañía del capitán Gutiérrez ganó un lugar en la historia de la aviación en México al cubrir rutas internas que ninguna otra compañía hcía de manera directa. La empresa fue exitosa, de tal manera que abrió oficinas generales en Tampico, en la calle Fray Andrés de Olmos C-245, III Norte; otras en Ciudad Madero, en la calle 1º de Mayo No. 215, y también en la ciudad de México en la esquina de las calles San Juan de Letrán e Izazaga. Sus oficinas de Operaciones y Mantenimiento estaban naturalmente en el Aeropuerto de Madero.
Con el objeto de expansionarse, el capitán tomó la decisión en 1953 de fusionar su compañía con Líneas Aéreas Unidas, SA, propiedad de Tomás Calderón y Juan Tilma, bajola misma razón social de esta última, desapareciendo del sector el nombre de la compañía Transportes Aéreos de Tampico.
Ya como parte de Líneas Aéreas Unidas, Gutiérrez de Lara Carpenter cubrió la ruta Tampico-Poza Rica-México, Oaxaca-Acapulco, con escalas en León, Ciudad Obregón, Mexicali y Huejutla.
La empresa utilizó el campo de Ciudad Madero hasta que Petróleos Mexicanos reclamó los terrenos. No sabemos el año preciso, pero Líneas Aéreas Unidas, SA, fue vendida tiempo después.
aurelioregalado@yahoo.com
* Tomado del periódico “El Sol de Tampico”,
Página 5, 2ª. Sección; Miércoles 23 Enero 2013.
Ventaneando, Lunes 7 de Enero de 2019.