Divulgador de Historia.
Un Monumento Colosal en Tlapehuala, Guerrero
A LA manera de los antiguos olmecas, en la región de Tierra Caliente se esculpió una monumental cabeza en honor del general Lázaro Cárdenas. Era la década de los setenta del siglo pasado, en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, y al parecer se había dado una pequeña fiebre por erigir tremendas cabezotas.
En el mismo tono, entre 1972 y 1976, pero en Iztapalapa, el arquitecto Lorenzo Carrasco y el pintor y escultor Luis Arenal crearon una testa del prócer Benito Juárez sobre un edificio sostenido por dos anchas columnas, el cual ahora alberga a un museo.
Pero nada se compara en enormidad –ni siquiera los moáis de la isla de Pascua–, con la colosal cabeza de Lázaro Cárdenas ubicada en Tlapehuala, Guerrero, un municipio de la región calentana enclavado entre la sierra y el río Balsas, famoso por su música tradicional, el pan de vaqueta y los sombreros artesanales que ahí se fabrican.
El monumento se erige en el kilómetro 151 de la carretera federal Iguala-Altamirano y es parte importante del patrimonio cultural e histórico de los habitantes de esta zona.
Cárdenas (1895-1970) es recordado con mucha estima en estas tierras, no sólo por la cercanía con su estado natal (Michoacán), sino porque en julio de 1918 el general derrotó a un grupo de opositores al gobierno de Venustiano Carranza en San José Poliutla, segunda localidad en importancia de Tlapehuala, sólo después de la cabecera municipal.
Además, Zacarías Salmerón (1918-2011), el llamado ‘Poeta del Violín’, orgullo de la región nacido en esta localidad y destacado representante de la música tradicional calentana, se jactaba de haber conocido a “Tata” Cárdenas y contaba que forjó una perdurable amistad con él, lo cual lo llevó a tocar en Los Pinos cuando era presidente del país, e incluso que don Lázaro le gestionara una plaza de maestro en un jardín de niños tlapehualense –la cual mantuvo hasta poco antes de su muerte–, y le regalara una copia de un violín Stradivarius.
Para hacer un homenaje al hombre que decretó la expropiación petrolera y dio un gran impulso al reparto agrario, se pensó en un monumento a la vera de la vía que cruza Tlapehuala. Para encabezar los trabajos se eligió a Federico Canessi (¿1906?-1977), escultor perteneciente a una generación de artistas que plasmó en sus obras el empuje nacionalista surgido con la Revolución, y en parte seguía los pasos de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.
Con el apoyo al arte nacional por parte de los gobiernos posrevolucionarios, Canessi impulsó su carrera a tal grado que fue de los que participaron en la decoración del edificio de la Secretaría de Educacion Pública –ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México–, propiciada por José Vasconcelos.
Canessi destacó por su obra patria referente a acontecimientos históricos. A lo largo de su trayectoria hizo diversos monumentos, el del Héroe de Nacozari (Jesús García Corona), en Toluca, el hecho en honor al ferrocarrilero Teodoro Larrey en Puebla y el dedicado a la Patria en Iguala. Además, en la década de 1960 hizo un enorme mural tallado directamente en piedra (mide aproximadamente 200 metros de ancho por treinta de altura) a un costado de la presa Nezahualcóyotl, en Chiapas, cerca del poblado Raudales de Malpaso.
Compañero de los también escultores Luis Ortiz Monasterio y Germán Cueto, colaboró con Siqueiros en algunos trabajos, fue miembro fundador del Salón de la Plástica Internacional de Escultura. También elaboró máscaras para diversas obras escénicas.
El monumento a Cárdenas fue la última gran creación de Canessi. Las obras comenzaron en noviembre de 1974. La piedra de tipo basáltica fue esculpida con la ayuda de un equipo de trabajadores provenientes de la cabecera municipal de Tlapehuala, El Coacoyul y Colonia Juárez, entre otras personas.
Tallada directamente sobre un monolito milenario enterrado a orillas de la carretera, la tosca cabeza tiene veinticinco metros de altura por quince de ancho y nueve de profundidad (de la quijada a la nuca); su peso está calculado en 386 toneladas.
La obra se terminó en febrero de 1977. Se sabe que entre junio y julio el presidente José López Portillo fue a inaugurar el monumento. Semanas más tarde, en agosto, Canessi falleció. Ese mismo año había recibido el Premio de Artes “Elías Sourasky”.
Desde febrero de 1993, al frente de la cabeza se encuentra el Museo Regional Lázaro Cárdenas, el cual exhibe documentos y fotos de la actividad del general michoacano en la región, así como unas cuantas piezas arqueológicas. También se venden productos y artesanías de la zona. A lo largo de veinte años, el recinto se ha mantenido como un espacio de difusión de la historia regional.
Mientras tanto, desde el otro lado de la carretera, “Tata” Cárdenas vigila y observa el transitar de cientos de automóviles diariamente. El tiempo y la gente pasan, pero la piedra colosal permanece. Y al parecer así será por siglos y siglos, porque a esta cabezota los años, el sol y la lluvia le hacen lo que el viento a Juárez.
* Tomado de la revista mensual
“Relatos e Historias en México”,
No. 55, Marzo-Abril de 2013.
Ventaneando, 12 de Febrero de 2018.