A 60 años de su Nacimiento y 11 del Asesinato
RECORDAMOS hoy al empresario y político Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, cuando nos hallamos a cuatro y tres días de sendos aniversarios importantes de su curriculum vitae: El 30 de noviembre se cumplirán 60 años de su nacimiento y un día antes, el 29, será su 11º aniversario luctuoso, ambos sucesos registrados en la ciudad de Río Bravo, Tamaulipas.
Licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, del que se graduó con mención honorífica, Guajardo Anzaldúa mezcló los negocios con la política en una etapa de su vida de suyo trascendente. Fue cuando descubrió su vocación por el servicio público.
Las empresas de la familia –producción de alimentos, supermercados, un cine y otras fuentes de empleo–, que él encarriló y fortaleció con la sabiduría abrevada en el aula, estaban boyantes en Río Bravo y Reynosa en los albores de la década de 1990 merced al tesón de su padre, don Juan José y el trabajo en equipo en torno suyo de Juan Antonio y hermanos.
Todos tenían un trato vivificante, cotidiano y cercano con la gente, tanto la de adentro de los negocios como la de afuera. Y esto le dio a Juan Antonio Guajardo una clara percepción de los aciertos y las fallas de las autoridades de la ciudad, el Estado y el país en la atención de las necesidades populares, lo que atrajo su interés por convertirse en coadyuvante para solucionar problemas y carencias de la gente. (Años después él contaría a sus íntimos que lo que lo motivó a meterse en la política fue advertir la gruesa corrupción oficial imperante, las mentiras con las que los políticos llegaban a los puestos públicos, la indolencia y negligencia de los funcionarios de todos los niveles).
La dirección general de las empresas Guajardo que Juan Antonio titulaba, le había permitido establecer lazos y vínculos estrechos con gente de la política y del poder público en los tres órdenes de gobierno. Justamente esas relaciones fueron las que él habría de capitalizar para participar en el juego político, con miras a enrolarse en lo que él llamaría en sus campañas “la mística de servir a la gente”.
Sucedió que en 1992 consiguió ser postulado por el Partido Acción Nacional para presidente municipal de Río Bravo, por el trienio 1993-1995, en pos de lo cual realizó una intensa cruzada electoral que llegó a todos los estratos sociales. Resultó electo con una copiosa votación. Le infirió así una severa derrota al candidato del Partido Revolucionario Institucional, para establecer una nueva fuerza de equilibrio político en este importante municipio del noreste tamaulipeco.
En 1994 pidió licencia al cargo de alcalde a fin de postularse por el Partido de la Revolución Democrática a Senador de la República por Tamaulipas. Inicialmente se le otorgó el segundo lugar en las elecciones y, como tal, le correspondió ocupar el tercer escaño como primera minoría en la Cámara Alta, donde permaneció veinte días. Sin embargo, tres semanas después de los comicios el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que tal escaño no le correspondía a él sino a la candidata del PAN, María del Carmen Bolado del Real. Y Juan Antonio Guajardo tuvo que regresar a despachar en la alcaldía riobravense.
Más tarde, por haber labrado un capital político como ninguno, el PRD lanzó su candidatura a diputado local por el distrito de Río Bravo para el período 1996-1998, puesto para el que volvió a triunfar. Pero un año antes de concluir este ejercicio buscó una diputación federal en la LVII Legislatura con el respaldo perredista, curul que otra vez ganó por el trienio 1998-2000.
Fue la suya, a juicio de numerosos políticos que lo observaban –tanto amigos como adversarios–, una carrera digna de asombro y de emulación. Admiraban el talento de Guajardo, su carisma y don de convencimiento con la gente, el arrastre que le permitió atraer multitudes a las urnas para favorecerlo, así como el don de gente y el sello humanista que supo imprimir a todas sus gestiones.
Tan así de sorprendente fue su éxito electoral que en 2002 volvió a ser presidente municipal. Y otra vez pidió licencia a este cargo, para ser de nuevo diputado federal de la LIX Legislatura, en el ejercicio 2003-2006.
Finalmente, en el proceso electoral del 2007 Juan Antonio Guajardo Anzaldúa quiso por tercera ocasión gobernar a su pueblo, esa vez postulado por el Partido del Trabajo. Mas entonces el triunfo se le negó.
Un día antes de cumplir los 49 años de edad, y acariciando todavía otro proyecto electoral, el LAE que siendo la primera vez alcalde electo retó el poder del gobernador priísta Manuel Cavazos Lerma y en cinco oportunidades derrotó al otrora invencible partido oficial, fue acribillado a plena luz del día a la salida de uno de los negocios de la familia Guajardo, en el centro de Río Bravo.
El asesinato ocurrió tres semanas después de que el propio Juan Antonio denunciara a las autoridades federales que su casa de campaña había sido rodeada por gente que portaba armas largas.
Gente así fue la que lo mató con gran saña, junto con dos agentes federales asignados a su protección y otras tres personas que los acompañaban. Los asesinos se cuidaron de asegurarse que Guajardo estuviera bien muerto, al destrozarle con metralla la cabeza. Y ese séxtuple crimen aún permanece irresuelto e impune.
Ventaneando, Lunes 26 de Noviembre de 2018.