El matrimonio es una de las decisiones más importantes para todo ser humano. Cuando dos personas han decidido casarse, es para toda la vida, han hecho un compromiso de amor, respeto y comprensión.
A treinta y siete años de haber contraído matrimonio puedo recordar las decisiones, planes y condiciones que tomé para unir mi vida con la del hombre que amo. Recuerdo muy bien el día de mi boda: lista y decidida para ir al altar, acepté ser la compañera en la riqueza y pobreza, en la salud y enfermedad, la tristeza y la alegría.
Me di cuenta de que en el matrimonio de mis padres hubo pobreza, enfermedades y problemas. Sin embargo, eso no me desanimó para que formase una familia. Tenía en mi mente la disposición de servir, ayudar, amar y obedecer tanto a Dios como a mi esposo.
UN COMPROMISO DE VIDA
“Hasta que la muerte los separe. ¿Se protegerán, se respetarán, se ayudarán y se amarán en la pobreza, en la riqueza, en los momentos tristes y en los momentos alegres, en el dolor y en el sufrimiento?”.
Cuánto ansiaba escuchar esas palabras y poder gritar “¡Sí acepto!”. Así que busqué las mejores palabras y sorprendí a mi esposo al decirle que estaba en la mejor disposición de cuidarlo, ayudarlo y protegerlo en caso de enfermedad, con todo mi amor, y lo anticipaba.
A lo largo de la vida he descubierto que el matrimonio tiene muchos enemigos y no son personas, sino actitudes, comportamientos y formas de ser de quienes lo forman. El egoísmo es usado para cumplir deseos y caprichos de la persona que dice amar tanto a su pareja, o a sus hijos.
Cuánto dolor y sufrimiento se evitarían en este mundo, cuántos matrimonios estarían unidos en lugar de estar divorciados, separados, odiándose y culpándose el uno al otro. Qué hermoso sería ver a los jóvenes recién casados, tener la idea de permanecer unidos “hasta que la muerte los separe”, o tomar la decisión de poner todo lo que esté de su parte para hacer feliz a su cónyuge; de ser así, no habría niños y niñas indefensos que viven sin papá ni mamá.
EL VERDADERO AMOR MOTIVA
Todos necesitamos saber y sentir que hay alguien que nos ama, y me atrevo a decir que también ame a los demás. El amor es lo que nos motiva, nos levanta, nos empuja a ser mejores, más de lo que somos, el amor nos hace amar y lograr que se nos ame. La falta de amor siempre será una tragedia.
Es en el hogar donde más se carece de amor, como cuando un esposo se lo niega a su esposa e hijos, y la madre se ocupa tanto de las labores de su casa que se olvida de su familia.
Si los hijos son pequeños, expresarán sus necesidades, pero si son adolescentes, irán a otras partes en busca de amor con otras personas, porque papá y mamá no lo tienen o no quieren dar.
Habría grandes cambios en nuestro planeta Tierra si cada humano que lo habitamos nos diéramos a la tarea de dar amor y palabras de ánimo, reconocimientoy gratitud.
Todavía recuerdo los años difíciles que pasamos mi esposo y yo con tres hijos adolescentes. Llegué a pensar que todo lo que había hecho como madre se iba a la basura y como resultado me sentí impotente, ofendida y molesta a tal grado que experimenté cierto rechazo a mis hijos cuando hacían lo que a mi vista estaba mal.
Creo que ese es el problema de muchos padres. No sabemos el verdadero significado del amor. El amor no es un sentimiento o una emoción, es un principio y su autor es Dios. Y como él es eterno, por consiguiente lo es el amor.
El matrimonio se presta para lograr muchos objetivos. Si lo que usted necesita y desea es amor, atrévase a darlo y verá cómo recibe lo mismo. Si en su relación de pareja hace falta respeto, dé el primer paso. Si lo que falta es comprensión, tolerancia, comunicación, aceptación y gratitud, antes de exigir que le den esto que necesita, ofrézcalo usted primero y no desista hasta lograr que sea espontáneo.
El amor es lo que todo mundo necesita en cualquier momento y en cualquier lugar. Dios quiere usar a cada hombre para que ame a su esposa, y viceversa. Dios quiere usar a cada matrimonio para que ame y enseñe a sus hijos con “amor incondicional”.
El orgullo, el egoísmo, la indiferencia, la ingratitud y el rechazo hacen estragos en el matrimonio y por ende en toda la familia.
* Tomado de la revista mensual
“Enfoque de nuestro tiempo”.
Año 25, No, 1; Enero de 2010.
Ventaneando, Lunes 12 de Noviembre de 2018.