Historiador y actual Cronista Oficial de Ciudad Victoria, Tamaulipas.
El tampiqueño que por su expresión ideológica llegó a ser considerado un Best Seller por la intelectualidad de Francia y de otras naciones de Europa, escribió a los 13 años su primer poema. “Yo estaba en secundario, como se dice en Argentina”, refiere en una entrevista de 1996, en la que recordó las circunstancias de melancolía en que se hallaba.
TIENE razón el ensayista Christopher Domínguez Michel cuando afirma que el subcomandante Marcos es la figura literaria tampiqueña –yo agregaría tamaulipeca–, más comentada en la historia mexicana.
Esto no significa que Tamaulipas no haya aportado escritores representativos en los últimos siglos; pero resulta difícil jactarse de una figura sobresaliente en el campo de la letras como sucede en otras entidades: Alfonso Reyes (Nuevo León), Manuel Acuña, Julio Torri, Artemio de Valle Arizpe (Coahuila); Manuel José Othón (San Luis Potosí), Salvador Díaz Mirón (Veracruz), Juan Rulfo, Juan José Arreola y Agustín Yáñez (Jalisco); Jaime Sabines y Juan Bañuelos (Chiapas), Alí Chumacero (Nayarit) y Jesús Gardea (Chihuahua), por citar una muestra.
Respecto al trabajo escritural de Rafael Sebastián Guillén Vicente, alias Marcos, especialmente en lo que se refiere a ensayo político, fábula, poesía y epístola; llama la atención la crítica favorable en boca de notables figuras literarias de talla internacional.
Por ejemplo, el filósofo francés Regis Debray asegura que el tampiqueño goza de gran aceptación entre la clase intelectual de aquel país, como en las de otras naciones europeas, y casi lo consideran un Best Seller, sobre todo quienes simpatizan con su expresión ideológica. Para muchos, el éxito del encapuchado Marcos se debe principalmente al manejo filosófico de sus conceptos sobre política y justicia social; pero más todavía a los medios de comunicación (Internet, correo electrónico, prensa, radio, televisión).
En sus famosos comunicados Marcos incluye pasajes sentimentales que llegan al corazón de los más necesitados; también sobre plena selva del sureste mexicano hace gala de escritura en prosa poética, exhortando a la meditación:
LA TORMENTA
…la que está
Nacerá del choque de estos dos vientos,
llega ya su tiempo,
se atiza ya el horno de la historia.
Reina ahora el viento de arriba,
ya viene el viento de abajo,
ya la tormenta viene… así será…
LA PROFECIA
Cuando amaine la tormenta,
cuando lluvia y fuego dejen en paz
otra vez la tierra,
el mundo ya no será el mundo,
sino algo mejor.
(Ambos textos escritos en agosto de 1992 y publicados en “La Jornada” el 7 de enero de 1994).
¿DÓNDE NACE LA VOCACIÓN LITERARIA DE MARCOS?
Si revisamos los antecedentes intelectuales de Sebastián Guillén Vicente, presunto comandante Marcos, encontraremos que sus ancestros participaron con fortuna en actividades escriturales y políticas en Tamaulipas.
Su padre, Alfonso Guillén, originario de Xicoténcatl, Tamaulipas, es un personaje aficionado a la buena lectura, conferencista y guía de grupos empresariales de Tampico; además de activo columnista, sobre temas de productividad y filosofía, publicados en “El Sol de Tampico”, donde resalta a toda luz su filiación ideológica.
Por ejemplo, en una colaboración periodística se refiere a la ausencia de líderes en los tiempos actuales, y cita como referencia a Charles de Gaulle y a los héroes románticos Salvador Allende y Ernesto Che Guevara.
Rafael terminó su educación primaria en el colegio católico “Félix de Jesús Rougier” (junio de 1970). Sus compañeros del grupo “A” fueron una cincuentena de muchachos, entre los que figuraban algunos personajes de hoy, conocidos en el mundo de los negocios, como Rogerio Alonso Ailloud Contreras, Isauro Alfaro Álvarez, José de Jesús Álvarez Viaña, José Ignacio Astaburuaga Sanginés, Jorge Alberto Baldul Guzmán, Gerardo Biagi Quintanilla, Oscar José Casanova Sánchez, Jaime Celis Gurría, Enrique Carlos Collado Heredia, David Cruz Echavarría, Carlos Enrique Chavarría Mendoza, Alfredo Deancer Chávez, Richard Alan Elizondo Braun, Enrique Escandón Martínez, Manuel Tomás Esparza Méndez, Gonzalo García Aguilar, José Manuel García Fanjón, Gilberto Govela Thomae, Marco Antonio Mar Castañón, Alejandro Pérez Ruiz, Francisco Pumarejo Cárdenas, Fernando Salazar Romo, Ernesto Vela Ruiz y otros.
Platica el padre de Sebastián que desde niño el ahora subcomandante aprendió poemas y cuentos.
“Yo le enseñé a memorizar varias poesías que después declamaba en las fiestas del colegio”, explica.
Siendo estudiante del nivel secundaria participó como actor en una obra de teatro llamada ‘Esperando a Godot’. Precisamente a los trece años, según se anota en entrevista realizada por el argentino Juan Gelmán (“La Jornada”/abril 21 de 1996), es cuando Marcos reconoce haber escrito su primer poema siendo alumno de secundaria. Por lo que esta afirmación coincide con lo mencionado por don Alfonso Guillén, ex propietario de varias mueblerías:
¿Lo recuerda?, le preguntó el reportero al subcomandante.
—No, hay cosas que más vale la pena olvidar.
¿No recuerda las circunstancias que lo motivaron a escribirlo?
—Sí, era melancólico, sobre la vida y la muerte, medio tétrico, con la pregunta sobre el sentido de la vida que probablemente se hace todo adolescente. Yo estaba en secundario, como se dice en Argentina. Ya había leído poesía y ese poema debe haber sido parecido a los que leía por entonces. Me acuerdo más o menos del tema y de la circunstancia un poco existencial, o bastante existencial, de ese momento, pero no me acuerdo como iba.
¿Siguió escribiendo poesía luego?
—No. Iba más al cuento, a la poesía casi nunca le entré. En aquel ámbito cultural la poesía era mucho la cuestión de la métrica, tenía que rimar y todo eso. Y entre que no me salía, que necesitaba pues un cierto manejo del lenguaje, que apenas estaba aprendiendo y que provocaba aversión esos chalecos, no sabía como entrarle. Entonces mejor le daba al cuento. Cuentos escribí bastantes. Y, por supuesto, una novela que nunca acabé. Como todos los escritores que se precian de serlo; siempre tienen una novela que nunca han acabado. Pero no, a la policía, perdón, a la poesía no le entraba; a la policía tampoco.
¿Ha escrito poesía en los últimos años?
—Escribí en el período de la montaña, los diez años que pasamos ahí, sobre todo en los primeros años, 1984-1985, que fueron muy solitarios, poesía que pretendía ser política.
Si analizamos a detalle las declaraciones de Marcos al periodista argentino, no existe la mejor duda que su identidad corresponde a Rafael Sabastián Guillén Vicente, pues únicamente le faltó agregar al encapuchado su afición a las jaibas rellenas y la carne a la tampiqueña.
El mismo don Alfonso Guillén, comentó a Martín Solares (“La Jornada Semanal”) sobre la última ocasión que Rafael Sebastián estuvo en Tampico (1992). En una de las pláticas confió a su padre que su lugar de residencia era Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, pero le suplicó no anduviera preguntando por él.
Durante la preparatoria, Guillén Vicente dirigió el único número de la revista “Raíz Oculta” donde publica un poema, cuya temática es similar al que reconoce haber escrito Marcos durante su época como estudiante de secundaria:
Y si el retumbar que siento dentro,
(donde sólo creo tener un vacío),
no fuera sino que tengo la piel muy delgada
y los ruidos de afuera, las pisadas,
un automóvil, se me trasminan.
Ha tenido tanto éxito lo escrito por El subcomandante Insurgente que la Universidad de Monterrey celebró en abril de 1995 un ciclo de conferencias para analizar el contenido literario de sus múltiples comunicados de prensa, la mayoría de ellos redactados con sentido humorístico y sarcástico, estilo Carlos Monsiváis.
En febrero del mismo año, miembros del Consejo Universitario de la UNAM propusieron que en la Facultad de Filosofía y Letras, donde egresó, se le distinguiera con un Doctorado Honoris Causa, por méritos académicos, políticos y literarios.
De paso sus entusiastas promotores opinaron: “Él sí tiene dos maestrías, no como Fausto Alzati, quien llegó a la Secretaría de Educación Pública sin poseer título universitario alguno”.
Finalmente, la candidatura fue pospuesta, considerando que no tenía sustento académico; como tal vez debió tenerlo El Negro Durazo, Doctor Honoris Causa por el Instituto Politécnico Nacional.
El subcomandante Marcos no es propiamente un personaje clandestino. La selva chiapaneca representa su dulce hogar ante los ojos del mundo y recibe como Pedro en su casa a personalidades de la talla de Madame Miterrand, Oliver Stone, Regis Debray, Edward James Olmos y otras figuras internacionales que le sirven como plataforma de promoción.
El sueño literario de Marcos, no es precisamente el de la mayoría de los escritores:
“Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte; sueña que su casa se ilumina y su casa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse; sueña que está en paz consigno mismo y con el mundo. Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerto para que haya vida. Sueña Antonio y despierta… ahora sabe qué hacer y ve a su mujer en cuclillas atizar el fogón, oye a su hijo llorar, mira el sol saludando al oriente, y afila su machete mientras sonríe”. (Agosto de 1992).
El contenido de sus textos parece influido por la literatura indígena o el húmedo ambiente de la selva chiapaneca, donde ha permanecido durante más de diez años:
“De cara a la montaña hablamos con nuestros muertos para que en su palabra viniera el buen camino por el que debe andar nuestro rostro amordazado. Para todos todo, dicen nuestros muertos. Mientras no sea así, no habrá nada para nosotros. Hablen la palabra de los otros mexicanos, encuentren el corazón, el oído de todos aquellos por los que luchamos. Invítenlos a caminar los pasos dignos de los que no tienen rostro”.
Haciendo a un lado sus actividades bélicas dentro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, pero a reserva que se despoje la capucha para conocer su identidad, los antologístas de la literatura tamaulipeca ya deben estar pensando incluir a Marcos en uno de los tomos de cuento o poesía. Y no deben faltar los comentarios del escritor uruguayo Mario Benedetti, actualmente radicado en España, quien ha seguido a corta distancia la trayectoria de este personaje que oscila entre mito y leyenda.
Dice Benedetti: “Posiblemente Marcos se decidió a tomar las armas inspirado en el argumento de una de mis mejores novelas, precisamente basada en los acontecimientos guerrilleros de Sudamérica”.
* Texto publicado en la revista mensual
‘A Quien Corresponda’ No 60.
Cd. Victoria, Tamps./Diciembre de 1996.
Ventaneando, Lunes 20 de Agosto de 2018.