Periodista.
“RIQUEZA CULTURAL”, POR LA UNESCO
Obra cumbre del arquitecto-escultor español Manuel Tolsá, es uno de los mayores exponentes del neoclasicismo de la arquitectura mexicana. Y en su seno abriga los excelsos murales de José Clemente Orozco, a partir de “El Hombre en Llamas”, que es una de las cimas del muralismo mexicano.
THE World Heritage es una sección de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) dedicada a identificar y proteger la herencia cultural y natural alrededor del mundo que se considera de excepcional valor para la humanidad. Sus tareas han sido enumeradas en una convención adoptada a partir de 1972.
“Riqueza cultural” se refiere a edificios y sitios con valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico o antropológico. “Herencia natural” denota sobresalientes formaciones físicas, biológicas y geológicas, hábitats de plantas y animales en peligro y áreas con un valor inusual de acuerdo con sus características.
Varias zonas y edificios de México cumplen con estos requisitos. Dentro de la Convención, que promueve el respeto, la preservación y la restauración de tales espacios, se encuentran: Sian Ka’an, Palenque, Xochimilco, el Centro Histórico de la Ciudad de México, Teotihuacan, el Centro Histórico de Oaxaca, la zona arqueológica de Monte Albán, el Centro Histórico de Puebla, la ciudad de Guanajuato y sus minas adyacentes, Chichén Itzá, el Centro Histórico de Morelia, El Tajín, el Santuario de Ballenas de El Vizcaíno, el Centro Histórico de Zacatecas, las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco y los primeros monasterios del siglo XVI, construidos en las faldas del Popocatépetl.
En su boletín semestral The World Heritage Newsletter, correspondiente a enero de 1998, se da a conocer la incorporación de otro elemento mexicano a esa lista. Se trata del Hospicio Cabañas, en la ciudad de Guadalajara, que la publicación describe así:
“En los primeros años del siglo XIX el Hospicio fue construido en Guadalajara para dar refugio y prodigar cuidados a las personas necesitadas: huérfanos, ancianos, discapacitados y enfermos crónicos. Este notable complejo que incorpora muchas características originales diseñadas para hacer más fácil la vida a sus internos, fue único para su tiempo. A principios del siglo XX su capilla fue decorada con una serie de excepcionales pinturas realizadas por el pintor José Clemente Orozco, uno de los mayores muralistas de aquel período”.
Poco refiere la publicación de la rica historia y detalles de la construcción. Los trabajos comenzaron en 1805 por iniciativa del obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo. Se inauguró en febrero de 1810 con el nombre de Casa de la Misericordia. Estuvo a cargo de la obra Manuel Tolsá, uno de los mayores exponentes del neoclasicismo en la arquitectura mexicano, autor de la estatua ecuestre de Carlos IV conocida como “El Caballito” y del Palacio de Minería en la calle de Tacuba. La cúpula mayor se concluyó ya en el México independiente, cuando el arquitecto Manuel Gómez Ibarra puso fin a la obra hacia 1845.
Los murales de Orozco se realizaron entre 1936 y 1939, no a principios de siglo, como afirma The World Heritage Newslatter. El Hospicio se mantuvo activo hasta 1980, cuando se remodeló para conformar un centro de promoción cultural y artística. Hoy tiene el rango de Instituto Cultural Cabañas.
Las proporciones monumentales del conjunto pueden expresarse en cifras: 23 patios, 72 corredores de estilo herreriano con 465 arcos y columnas, y 106 salas ahora destinadas a exposiciones. La cúpula se apoya en ocho pilastras que reciben cuatro arcos torales. Estos parten de 32 columnas alineadas en círculo: las 16 exteriores son de orden dórico; las 16 interiores de orden jónico. El lucarnario que hay entre éstas cuenta con 768 cristales.
En cuanto a los murales de Orozco, baste con mencionar a El Hombre en Llamas, una de las cimas del muralismo mexicano. En este trabajo de alcances metafísicos, la historia de México se conecta con la cosmología. Integrado al hombre, el fuego que todo lo consume es símbolo de la perpetua transformación que caracteriza al mundo.
A pesar del poco conocimiento que la Unesco demuestra tener sobre la construcción, es encomiable y alentador su esfuerzo por preservar este monumento, conservar sus características, promover su conocimiento y fomentar la cooperación internacional para garantizar su futuro.
* Tomado de “Revista de Revistas”,
órgano del periódico “Excélsior”.
No. 4468; Septiembre de 1998.
Ventaneando, Viernes 20 de Marzo de 2020.