“Lesbiana”, llamó a Yolanda Saldívar antes de morir
Manejos fraudulentos de recursos del Club de Fans de la ‘Reina
del Tex-Mex’ por la presidenta, que puso al descubierto el padre
de la artista, obligaron su despido; la venganza resultó mortal
aquel 31 de marzo de 1994, en Corpus Christi, Texas.
Por Pepe Ludeaya*/Periodista.
Ventaneando, Jueves 29 Marzo 2018.
VEINTITRÉS años se cumplirán este sábado 31 del magnicidio de la que es, hasta ahora, la inbancable ‘Reina del Tex-Mex’, Selena Quintanilla. Un solo disparo de revólver le bastó a la que presidía su Club de Fanáticas, Yolanda Saldívar, para segar la vida de la joven y famosa cantante, dos semanas y dos días antes de cumplir ésta 24 años. El escenario fue un motel de Corpus Christi, Texas.
El mundo entero la lloró, inconsolable; y aún la llora. No ha surgido en más de dos décadas nadie que la iguale, y menos que la supere. Por eso sus discos y videos se siguen vendiendo por millones. La llamaron ‘La Madonna Mexicana’ y fue la primera mujer latina en ganar un codiciado premio Grammy.
Estuvo casada poco más de dos años con Chris Pérez, guitarrista de su grupo “Selena y Los Dinos”, boda que armaron en secreto porque Abraham Quintanilla, el padre, se oponía. Pero ya consumada no tuvo más que aceptarla. Y un par de noches antes de morir la muchacha, alegre e ilusionada, participó en la cena familiar que se preparaba precisamente “para formar una familia”. O sea que se disponía a embarazarse –se interpretó.
Sin embargo, su destino ya estaba trágicamente marcado.
Yolanda Saldívar se destacó como simpatizante y seguidora de la brillante carrera de tan carismática cantante estadunidense de ascendencia mexicana. A mediados de 1993 formó el ‘Club de Fans de Selena’ y se autonombró presidenta, con la aceptación de la artista, si bien don Abraham y los otros dos hijos no se mostraron del todo conformes al intuir que algo no iba a funcionar bien con ella. Fue una premonición que, desgraciadamente, se cumplió casi dos años después.
Los turbios manejos contables
Selena no solo era la más exitosa intérprete de las llamadas canciones tex-mex, las baladas, el pop latino y la cumbia mexicana, sino además se había convertido en empresaria, modelo, actriz y diseñadora de moda. Esta posición colocó a Yolanda en el engranaje de la naciente industria que forjara Selena con la venta de una variedad de prendas con su imagen y nombre –playeras, blusas, gorras, pañuelos, mascadas, bolsos–, que como souvenirs de marca exclusiva atesoraban sus fans.
Era eso, una próspera industria en acelerado crecimiento que le generaba a la chamaca un alto nivel de ingresos. Por supuesto, adicionales a los de la contratación artística del grupo músico-vocal, para shows y giras, que Abraham Quintanilla manejaba con aire autoritario y riguroso celo empresarial, sin dejar de atender y vigilar así fuera someramente los números que producía la comercialización del Club de Fans.
Deben haber resultado inocultables las turbiedades de Yolanda Saldívar en las operaciones contables de los productos marca Selena, porque el 12 de marzo de ese fatídico año 1994 –exactamente veinte días antes del crimen–, él cesó fulminantemente a la mujer. Y le prohibió, se cuenta, tuviera el mínimo contacto con la esposa de Chris Pérez y sus negocios. Es más, Quintanilla hasta llegó a exigirle se fuera de Corpus Christi, a cambio de no demandarla jurídicamente.
Por ello Saldívar hizo mutis de un departamento que rentaba y fue a refugiarse al motel “Days Inn”. Desde allí trató de mantenerse al tanto de lo que hacía sobre el caso la familia Quintanilla, hasta que Selena se enteró de su paradero y la llamó para pedirle la entrega de documentación bancaria del club que sabía tenía en su poder. La noche del 30 de marzo Chris llevó a su esposa al motel. Se quedó en el auto, mientras ella acudía a la habitación 158 donde se alojaba Yolanda y ésta le entregó una carpeta con papeles.
De regreso a su casa, Selena le comentó al marido que su ex colaboradora se quejó de haber sido abusada sexualmente y golpeada “en reciente viaje a México”, por lo cual le pidió la llevara al día siguiente a un hospital. Necesitaba atención médica, que no podía costearse y debido a eso requería su apoyo. Quedaron de verse a las 8:00 de la mañana del otro día, para ir al médico.
Mas estando ya en su domicilio, la ‘Reina del Tex-Mex’ descubrió que los documentos no eran los correctos y, muy molesta, emplazó por teléfono a Yolanda Saldívar a tenérselos listos, sin engaños, cuando fuera a buscarla por la mañana. So pena –le advirtió, según posterior testimonio del guitarrista dado a la policía–, de que acudiría a las autoridades para que la obligaran a proporcionárselos.
El detective de la policía de Corpus Christi asignado al caso, Paul Rivera, considera que fue en tal momento cuando Yolanda se sintió más vulnerable que nunca y concibió, entonces, el homicidio.
Un solo proyectil “Mata-Policías”
A la mañana siguiente la ida al médico puso al descubierto para Selena, por la revelación que le hizo el facultativo que analizó a la mujer, la gran mentira urdida por ésta. No hubo tal violación ni maltratos, aseguró el galeno –meses después, en el juicio al que se le sometió en Houston por el asesinato, Yolanda imputó estos cargos a Abraham Quintanilla, lo cual él rechazó tajante–; y eso generó una áspera discución entre ambas de vuelta a la habitación 158 del “Days Inn”. Y fue a las 11:48 horas de aquel triste 31 de marzo cuando, tras gritarle Selena “eres una lesbiana” –confesión de la propia homicida–, y darse vuelta hacia la puerta, la Saldívar le disparó a quemarropa por la espalda.
Fue un solo tiro de un revólver Taurus calibre .38 el que accionó la infame mujer. Pero se trató de una bala expansiva cabeza hueca, de las llamadas “mata-policías”, que hizo estragos en el hombro y el pulmón derechos de la que fue ícono de la música latina en Estados Unidos. Herida de muerte, la muchacha alcanzó a trotar 390 pies –unos 130 metros–, pidiendo auxilio antes de caer.
La ambulancia y los paramédicos solicitados por el motel llegaron con premura para trasladar a Selena Quintanilla Pérez, moribunda, al hospital ‘Corpus Christi’s Memorial’. Allí un equipo médico dirigido por el cirujano cardiovascular Louis Elkins luchó durante penosos cincuenta minutos por salvarle la vida. Pero la infortunada joven se había desangrado totalmente y fue declarada sin vida a las 1:05 de la tarde. El doctor Elkins dijo que la cantante había llegado al nosocomio clínicamente muerta y adjudicó el deceso a un paro cardiorespiratorio.
Mientras Selena agonizaba, la policía de Corpus batallaba para lograr el arresto de la “sospechosa” del asesinato, quien se encerró en su camioneta GMC color roja estacionada frente a su habitación del motel y amenazaba suicidarse. No se trató de una larga persecución policiaca –como aquella escenificada en Los Angeles nueve meses antes, en seguimiento del deportista O.J. Simpson por el homicidio de su esposa y el amante–, sino de un largo sitio policiaco, que duró más de nueve horas. Hasta que al filo de las 10:00 de la noche, Yolanda Saldívar se entregó.
Todo ese terrible drama fue televisado en cadena por numerosas estaciones gringas y repetido a numerosos países de todo el mundo. Las narraciones e imágenes mantuvieron en vilo a los espectadores, al tiempo que radiodifusoras de todo el planeta reproducían los temas que Selena popularizó. E iniciaron miriadas de fanáticos de la artista una gran romería por el hospital, el motel y la casa de los Quintanilla, para formar los acostumbrados altares con fotografías, flores y monos de peluche en recordación de la icónica baladista.
Cadena perpetua… hasta el año 2025
Selena Quintanilla Zamora nació el 16 de abril de 1971 en la población texana de Lake Jackson a donde sus padres, el obrero Abraham y la ama de casa Marcela, emigraron desde la ciudad de México. Allí transcurrió parte de su infancia habiéndose mudado la familia al industrioso puerto de Corpus Christi, donde el padre creó con sus tres hijos aún pequeños, AB Jr., Suzette y la menor, Selena, un primer grupo musical siendo ya desde entonces ésta la figura estelar.
El debut profesional de Selena y Los Dinos se produjo en 1980 cuando ella contaba apenas 9 años, lo cual metió al señor Quintanilla en un brete con autoridades educativas por limitar los estudios de los hijos. Tanto así que la niña logró terminar el bachillerato hasta los 17 años, cuando ya era una figura artística de regular prestigio y, obligada por las circunstancias, pudo cursar en la Universidad Miramar de California la carrera de Administración de Empresas.
De esta guisa, la primera grabación la hizo Selena en 1982, a los once de edad. Con ella comenzó de hecho su resonante carrera de trece años por los escenarios y los estudios discográficos, que la llevó a realizar como compositora, intérprete y productora cinco álbumes, con más de 60 millones de discos vendidos.
Cuando se hallaba en la cúspide de tan exitosa carrera esta fue la preciosa vida de una sorprendente mujer de gran talento vocal y musical, de enorme carisma –un ser humano con una luminosidad sin paralelo–, que truncó esa proterva mujer que hoy rumia sus penas en la Unidad de Mujeres de la prisión Mountain View, de Gainsville, Texas.
Yolanda Saldívar –se cuenta que su tronco familiar está en el municipio de Jiménez, Tamaulipas–, actualmente de 57 años, fue condenada a cadena perpetua por el juez Mike Westergren, tras declararla culpable de homicidio en primer grado un jurado popular de Houston, Tex. No se cree en Estados Unidos que logre ella algún día la libertad condicional, la cual según la ley podrá solicitarla en 2025 cuando cumpla los primeros 30 años de encierro, porque no habrá quién dentro del aparato judicial estadunidense se atreva a otorgarle tal beneficio a “ese monstruo”. Y afuera hay mucha gente que, se dice, intentaría matarla.
Ojalá que mejor se pudra en la cárcel.
* Con datos de ‘Archivo Ventaneando’
de “Excélsior” y del Internet.