TODAVÍA corre el champán en Moscú y Jerusalén. Primero, por la victoria de Donald Trump; ahora por su poder omnímodo, corroborado por la mayoría alcanzada en la Cámara de Representantes. Será la única voz en los tratos con Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu, con los que viene hablando desde hace días. Nadie le hará sombra, como en su primera presidencia. Todos los altos cargos que está nombrando son sumisos seguidores que no se apartarán ni un milímetro de sus ocurrencias.
¡Que le encarcelen!
SI hasta ahora ha hecho campaña en los tribunales, según como vayan las cosas tendrá que continuarla entre rejas. Puede valer para él la consigna republicana de la campaña presidencial de 2016 contra Hillary Clinton, su rival electoral.