UNA vez más. Trump amenaza y no da. Cuando quien tiene enfrente es más fuerte, claro. Si es más débil, entonces saca pecho y se crece. Basta comparar el trato más que deferente hacia Putin en la cumbre de Anchorage con la vergonzosa y humillante encerrona que organizó para Zelenski en la Casa Blanca. Alfombra roja, desfile aéreo, aplausos y sonrisas, asiento compartido en la limusina blindada presidencial y ni un solo reproche para el dictador sobre el que pesa una orden internacional de detención por crímenes de guerra y que ha rechazado una vez más el imprescindible alto el fuego previo a una negociación de paz equilibrada.
Pronósticos para un mal tiempo
TODAVÍA corre el champán en Moscú y Jerusalén. Primero, por la victoria de Donald Trump; ahora por su poder omnímodo, corroborado por la mayoría alcanzada en la Cámara de Representantes. Será la única voz en los tratos con Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu, con los que viene hablando desde hace días. Nadie le hará sombra, como en su primera presidencia. Todos los altos cargos que está nombrando son sumisos seguidores que no se apartarán ni un milímetro de sus ocurrencias.
¡Que le encarcelen!
SI hasta ahora ha hecho campaña en los tribunales, según como vayan las cosas tendrá que continuarla entre rejas. Puede valer para él la consigna republicana de la campaña presidencial de 2016 contra Hillary Clinton, su rival electoral.