LOS primeros días de campaña han sido terribles para Claudia Sheinbaum. La furia venida en incontinencia verbal del presidente le resta puntos, la minimiza y desdibuja ante la imposibilidad de marcar diferencias.
El presidente Anaya, tres años después
ENERO 2021. Son momentos muy complicados para el presidente Anaya. El gobierno de coalición ha resultado complicado. Son muchos intereses mezclados. Realmente nadie tiene ninguna mayoría de nada en ningún lugar, ni en las cámaras ni tampoco en el Poder Ejecutivo. Algunos pactos se rompieron ante la mezquindad de las ambiciones. Llegaron tres partidos al poder y en este momento la otrora camaradería se transforma en una lucha de todos contra todos.
El presidente tiene pendiente su principal promesa. La denominada Renta Universal, dinero para todos por el solo hecho de ser mexicanos, se mantiene congelada en el Congreso y con apenas algunos placebos traducidos en becas y apoyos sociales. Nada que no existiera antes. La desigualdad económica mantiene casi la misma racha y la pobreza apenas disminuye puntos. Casi no ha cambiado nada.
El PRI se reconstruye asimilándose como una oposición dura al gobierno de tercería. Morena es un monstruo político que controla varios estados y un importante número de legisladores en el Congreso. Cosa curiosa, algunos de ellos hace apenas tres años se contaban entre las filas del PAN, del PRD o del MC.
El presidente Meade, tres años después
ENERO 2021. El presidente Meade aún tiene problemas con el asunto de la legitimidad. No fue fácil ganar hace tres años. Fue una elección extremadamente cerrada, muy similar a 2006. El fantasma del fraude y de una elección de Estado pesa aún sobre gran parte del imaginario nacional. Las posturas ideológicas se han radicalizado como nunca antes, aunque controlables aún.
Preocupan manifestaciones sociales violentas en algunas zonas del país. Se nota la diferencia de los distintos Méxicos. Hay contrastes marcadísimos entre los estados ricos, sobre todo en la capital y en el norte, y los estados pobres, particularmente en el sur del país.
Los números macroeconómicos merecen respeto internacional, el tipo de cambio se ha mantenido relativamente estable y la inflación no es una preocupación latente. La generación de empleos se ubica casi en la misma racha de hace nueve años, creciente sí, pero insuficiente y con salarios aún castigados. Si bien los números podrían merecer aplausos del Banco Mundial y la OCDE, todavía falta mucho para que se reflejen en los bolsillos de la población. Los niveles de pobreza apenas han disminuido y, en promedio, la mitad del país sigue con carencias de lo más básico.
El presidente López Obrador, tres años después
ENERO 2021. Andrés Manuel López Obrador es el presidente de México. Hace tres años ganó por un cómodo margen; más o menos 5 puntos de ventaja y, además, Morena logró obtener varias posiciones en el Congreso aunque sin alcanzar, como ningún partido o frente lo hicieron tampoco, la mayoría absoluta.
Han sido tres años de polarización marcada, en algunos casos, incluso, de confrontación entre poderes. Muchas de las promesas del presidente se asfixian ante un Legislativo que lo bloquea todo. Ni la Fiscalía General de la Nación ni mucho menos el Sistema Nacional Anticorrupción han podido trabajar plenamente ante la falta de normas que se encuentran congeladas en las cámaras.
Las pensiones de los ex presidentes y los sueldos de la alta burocracia no han logrado un recorte significativo y ni las pensiones universales para adultos mayores ni las becas para los ninis han logrado salir ciento por ciento.