MÉXICO ayudó a Donald Trump a convertirse en presidente Estados Unidos en noviembre de 2016 y es clave en la estrategia del mandatario para conseguir su reelección. Lo demostró el martes 18 en su lanzamiento: El muro, la inmigración ilegal y la extorsión con tarifas comerciales serán columna vertebral de un discurso triunfalista encaminado a reeditr el voto de su electorado.
No es un papel que los mexicanos hagan voluntariamente y cabría preguntarse si cabe alguna posibilidad de convertirnos en algo más que convidados de piedra de este buleador. A tirones y jalones hemos podido capotear al personaje durante dos años y medio; la perspectiva de enfrentarlo en un segundo mandato, aún más empoderado y sin nada que perder, podría culminar en una tragedia para la economía y la estabilidad.