El consumo de whisky en México creció a un ritmo de 12% en tres años, mientras que en ese mismo lapso el aumento de las ventas de los escoceses de 140 pesos o menos fue de 24%, según Diageo. La pregunta es: ¿qué pasará cuando los nuevos consumidores maduren?
GLASGOW. El pueblo se llama Alloa. Se localiza en las tierras bajas de Escocia, junto al sinuoso río Forth, que bordea Edimburgo antes de desembocar en el Mar del Norte. Está a una hora en coche de la ciudad escocesa más grande.
En el extremo este de Alloa, ya contigua a campos de cultivo, se encuentra la destilería Carsebridge, donde el maestro mezclador Keith Law recrea, cada que es necesario, la fórmula de un popular –y muy costoso– whisky escocés.
La firma de Keith Law se estampa en la etiqueta de todas las botellas de Buchanan’s Master, por cada una de las cuales el consumidor mexicano paga alrededor de 750 pesos.
“Cuando tuve el honor de visitar México, hablé con gente ahí que ama y adora Buchanan’s. Algunas personas no podían entender la diferencia entre Buchanan’s 12, que es fresco y delicado, y un 18, que es robusto, rico y maderoso. El sabor objetivo de Buchanan’s Master es como un escalón; hay sabores del 18 y del Deluxe. Es una conexión. Ya no es tanto un salto de fe”, explica Law en esta antigua destilería donde cientos de barricas esperan el llamado de un mercado que demanda sabores cada vez más complejos.
A 8,500 kilómetros de distancia, en México, un grupo de jóvenes compra, en el Oxxo de la esquina, una botella de un whisky escocés que cuesta una quinta parte que una de Master.