CUALQUIERA pensaría que un asunto tan complejo como la migración ilegal, que encierra en sí mismo un conflicto de fondo para varias naciones, debería de abordarse de forma multilateral, con visión estratégica, buscando soluciones de corto, mediano y largo plazo, y no como pretende resolverlo el presidente Donald Trump: utilizando su poder y su fuerza para imponer a los otros países sus propias definiciones sobre el problema.
La política migratoria de Trump es una política de terror; basta ver lo que hace dentro de su territorio con los migrantes ilegales –por cierto, una gran mayoría de ellos mexicanos–: Acoso, redadas masivas, más y más deportaciones. Además, como todos sabemos, lo que en el fondo busca Trump es mantener contenta a su clientela electoral, ya que esto le permitiría asegurar su reelección el próximo año.