CANCÚN y la Riviera Maya, joyas turísticas de renombre mundial, se han convertido en un campo de batalla que trasciende la disputa por pasajeros entre taxistas y plataformas digitales, así como turistas. Los recientes actos violentos, incluyendo golpizas, asesinatos y hasta denuncias de tortura y abuso sexual, son apenas la punta del iceberg de un sistema corrupto y descompuesto que perpetúa la falta de gobernanza en Quintana Roo.