ESTADOS Unidos está ya a menos de 100 días del caucus de Iowa, el arranque formal de las primarias y del proceso electoral presidencial. Y más allá del encarnizado y polarizado debate sobre el proceso de juicio de destitución contra el presidente, el saldo de su gestión o el proceso de nominación del Partido Demócrata, hay un tema que ha estado sobrevolando la contienda electoral durante meses y que es fundamental para el futuro político de EU y otras naciones.
DÍAS DE FURIA.
EL nuevo huracán político desatado en Estados Unidos a raíz de los tuits execrables del presidente Donald Trump en contra de cuatro legisladoras demócratas ha sido tan familiar como extraordinario, y ha consumido a la clase política estadounidense en su totalidad, desde las campañas presidenciales hasta la Casa Blanca y el Congreso, pasando por todos los medios y la sociedad en su conjunto.
Los organilleros y el mono.
DONALD Trump seguramente pensó que podría iniciar su campaña de reelección presumiendo haber desnuclearizado a Corea del Norte, aislado y contenido a Irán y derrotado al “socialismo” en Venezuela, todo sin haber disparado un sólo tiro y obligando a los más recalcitrantes líderes a doblar las manos y negociar con él.
En vez de ello, en semanas recientes han aumentado las posibilidades de una acción militar –limitada o más amplia–, en cada uno de esos focos globales de tensión. Y en ninguno es ello más evidente que en el conflicto a cocción lenta con Irán. La gran paradoja es que esto se da con un presidente que ganó la elección prometiendo, entre otras cosas, desplegar tropas en el extranjero sólo por necesidad y no por vocación.