ALEXANDER Hamilton, en “El Federalista”, llegó a sostener que el Poder Judicial es el más débil de los poderes, ya que “no influye sobre las armas, ni sobre el tesoro; no dirige la riqueza ni la fuerza de la sociedad”. Aunque efectivamente carece de un poder como tal, en su lugar la judicatura debe estar investida de lo que en la Roma antigua se denominaba “auctoritas”, es decir, un poder que no emana de la fuerza o la coacción, sino de la razón, el prestigio y la calidad ética.