Médico Cirujano Pediatra y analista.
Reynosa, Jueves 7 de Diciembre de 2017.
EL proceso electoral del próximo año ha arrancado. Ya contamos con dos precandidatos confirmados: El eterno aspirante Andrés Manuel López Obrador, por Morena y José Antonio Meade Kuribreña, por el PRI. En tanto, el mal llamado Frente Ciudadano por México se encuentra por el momento paralizado al no ponerse de acuerdo sus componentes en la forma de cómo se designarán los diferentes puestos en disputa, sobresaliendo el del personaje que será nominado para la Presidencia de la República. Tal parece que llegarán al límite del tiempo permitido para definirse –14 de diciembre del presente año–, ya que tanto Ricardo Anaya, del PAN, como Miguel Ángel Mancera, del PRD, se sienten predestinados para ocupar dicha posición. Independientemente de cómo se tome la decisión es fácil prever que la división se enseñoreará en dicho Frente, lo cual significará su renuncia para ser competencia real en el proceso eleccionario.
Pues bien. Aun sabiendo la clase política que actualmente su aceptación y credibilidad a nivel de población general está en niveles reprobatorios, hasta el momento no ha dado señales de querer enmendar el camino. Hemos sido testigos en este arranque de las precampañas que se han privilegiado la diatriba, las ocurrencias y hasta descalificaciones sin ton ni son olvidándose los precandidatos de –aunque sea en un mero esbozo– mostrar su conocimiento de los problemas que enfrenta la nación y de forma suscinta proponer soluciones, tomando en cuenta las restricciones que les impone la absurda Ley Electoral.
Desgraciadamente el uso y abuso de las redes sociales nos hace suponer que la guerra sucia apenas empieza y que su virulencia irá en aumento, lo cual puede conducir a enfrentamientos tanto verbales como físicos con funestas consecuencias. Vale la pena recordar la máxima que cita: “El que siembra vientos cosecha tempestades”.
De lo que a ojos vistos no se han dado cuenta nuestros políticos es que, con el tiempo, ha cambiado la actitud de la sociedad civil. Nos quieren seguir tratando como lo hicieron durante décadas en el siglo pasado, cuando nos utilizaban como ciudadanos Kleenex; o sea nos usaban el día de la elección y nos desechaban…, hasta el siguiente período eleccionario.
La forma de evitar que esta incómoda situación se siga repitiendo depende única y exclusivamente de nosotros. Debemos exigirle a cada uno de los todavía precandidatos en esta etapa del Proceso Electoral una explicación clara de su visión de los problemas del país, sus propuestas de solución a asuntos torales como la inseguridad, la economía, la salud, el medio ambiente, entre otros temas. También, que nos informen quienes serían sus colaboradores más cercanos. Con esos datos en nuestras manos los convocaríamos a debates-debates, no a esos bodrios acartonados que nos han recetado en campañas anteriores, los que más que debates parecieron soliloquios en los cuales los candidatos no se daban por aludidos con los señalamientos de sus contrapartes, lo que para los espectadores significaron espectáculos deprimentes, además de un gran desperdicio de tiempo.
Ya en las campañas formales cada debate, así mismo, debe ser moderado por profesionales expertos en el tema, de tal suerte que esto nos permitiría conocer la capacidad de reacción de los distintos candidatos ante cuestionamientos no arreglados previamente, para evaluar de tal manera su capacidad.
Estoy consciente que un debate como el que protagonizaron en Francia los candidatos Macron-Le Pen habla de niveles democráticos muy elevados, pero uno como los de Clinton y Trump en Estados Unidos es lo menos a lo que podemos aspirar y, por lo tanto, debemos exigir que así sea.
El primer domingo de julio del próximo año considerémoslo como un momento decisivo en nuestras vidas, si en realidad queremos cambiar el actual estado de cosas. De nosotros depende.
`Ventaneando`, Viernes 15 de Diciembre de 2017.