
COMO médico he visto, experimentado y vivido el dolor de enfermos, el sufrimiento y la muerte de muchos, sin distinciones entre multimillonarios o miserables, niños o ancianos. De esto aprendí a colocarme y colocar a todos los seres humanos en perspectiva, en relación a la inmensidad de la Creación y al tiempo infinito del Creador.
Poniéndonos en perspectiva, ¿realmente qué es un ser humano en todo el Universo y en el Tiempo? Entendí que sólo debo cuidar la vida propia y de otros, vivir con alegría y felicidad extraordinarias todo el tiempo que dure mi camino hacia mi destino final. Jamás luchar contra lo inevitable porque el miedo a la muerte mata en vida, paraliza, distorsiona el pensamiento y es la gran prisión del intelecto porque sabemos que al final la muerte vencerá a todos los seres vivos, y así debemos reconocer al médico lo que es del médico y a Dios lo que es de Dios.
Comprendí que en el camino no hay atajos, que debo vivir en la congruencia de cinco reglas que de la vida aprendí. Estas parecen ser frases muy simples. Sin embargo, van mucho más allá de la simpleza y los límites de esta redacción. Analicemos con detalle el significado de cada una de las palabras de tales reglas y mantengamos una dura lucha continua para vivirlas con congruencia en cada rol de vida.
Dichas reglas se pueden aplicar a todas las personas y en cualquier actividad que se desempeñe. Del tema se pueden escribir libros completos, mas solo las expondré en resumen para que el lector las analice, las adopte, las adapte o las ignore, según su criterio y libertad de decisión.
1.- LA REGLA DE DIAMANTE: Amo y obedezco a Dios sobre todas las cosas; también amo a mi prójimo como a mí mismo.
2.- LA REGLA DE ORO: Hago a todas las personas lo que yo quiero que todas las personas hagan conmigo.
3.- LA REGLA DE PLATA: Vivo íntegro, libre de miedos, daños y engaños.
4.- LA REGLA DE PLATINO: Soy congruente, consciente, consistente y confiable entre lo que soy, digo y hago.
5.- LA REGLA DE ACERO: Vivo en excelencia, esto es, hago lo máximo en cada rol de mi vida, con todas las herramientas o circunstancias que tengo a mi alcance en ese momento.
Todos vivimos a diario la incongruencia de la naturaleza humana, la veo primero en mí, en mi desempeño, como ser padre, ser esposo, ser familia, ser pareja, ser hijo, ser ciudadano, ser servidor público, ser político, ser presidente, ser cura o pastor, ser iglesia, ser medio de comunicación, ser empleado, ser empresario, ser sindicato, ser maestro, ser estudiante, ser universidad, ser universitario, ser médico, ser deportista y ejemplo de la niñez, ser juez del deporte o juez penal o cualquier actividad humana, de quienes podría hablar horas y horas de nuestra incongruencia.
La incongruencia es parte de la naturaleza humana, empeora por la falta de educación con valores, por poder, por egoísmo, por dinero, por materialismo, por sexo, por egocentrismo, por ambición y por desamor que son origen de cada una de las graves enfermedades sociales que padece la humanidad.
La congruencia significa decir, hacer y mostrar resultados en la ética, de acuerdo a lo que somos. Entiendo la prosperidad en diez puntos: salud física, salud mental, salud espiritual, salud afectiva, salud sexual, salud familiar, salud financiera, salud laboral, salud social y salud moral.
La prosperidad significa tener en balance todos los componentes descritos y no sólo dinero más algún otro de sus componentes, como frecuentemente se malinterpreta.
Ser congruente es uno de los propósitos más difíciles de alcanzar porque se requiere de un alto nivel de conciencia para admitir y corregir nuestros defectos, tomar una decisión clara y poderosa, además de una persistencia férrea para cambiar las maneras de ser que nos alejan de ella.
Ser congruente significa admitir nuestra imperfección, estar en el intento diario y en el camino hacia ella; no significa pretender mostrar el perfeccionismo, el legalismo, el materialismo, la arrogancia o el egocentrismo.
Ser congruente significa tomar acción y demostrar resultados excelentes con lo que somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos; es hacer lo mejor y lo máximo posible en cada uno de nuestros roles de vida, en nuestras circunstancias como individuo y con las herramientas que tenemos a nuestro alcance. Incongruente es no intentar ser congruente.
La corrupción, la impunidad, la ineficiencia, la ignorancia y la torpeza en las gestiones de los servidores públicos son el peor veneno social porque generan enfermedades sociales muy graves. Lo peor de todo es que son epidémicas porque todos alguna vez nos hemos contagiado. No son asuntos de derechas o izquierdas, tampoco son exclusivas de políticos, menos de los capitalistas o socialistas. Los problemas vienen cuando no se vive en las reglas universales de la ética tanto en el ciudadano común como en los grupos de poder, porque el capitalismo o el socialismo, o ambos, pueden ser buenos cuando se viven en la congruencia y la ética, existe transparencia, honestidad, eficiencia y responsabilidad social.
Por mencionar un ejemplo, sucede que los llamados de derecha se inventan paraísos fiscales para evadir impuestos, especulan con dinero que no existe, se cometen delitos de cuello blanco que quedan impunes y muchos explotan a sus empleados. Luego, los llamados de izquierda se quieren repartir lo que no es de ellos y no les costó trabajar, cuando generar la abundancia y las riquezas locales es lo que tanta falta nos hace para promover la prosperidad ciudadana.
Debiéramos ser congruentes y trabajar juntos alineados con lo que deseamos como nación para nuestros descendientes y heredarles un mejor país. La corrupción nos atrasa como personas y como país, por eso tenemos educación y escuelas insuficientes, servicios de salud inadecuados, inseguridad, delincuencia, desempleo y una larga lista de etcéteras.
Para terminar quiero mencionar que el grado de prosperidad de un individuo o un país depende directamente de la congruencia, eficiencia y honestidad que ejercen todos los individuos con respecto a cada uno de sus roles de vida, su educación, sus valores éticos o morales, su trabajo, sus finanzas, su responsabilidad social y su participación ciudadana.
México puede progresar mucho más rápido de lo que lo hace si más personas promoviéramos la ética y la congruencia. Para nuestro bien y el de nuestro país, por favor intentemos ser congruentes.
Digamos no a la corrupción, no a la incongruencia, pongamos en evidencia a los personajes incongruentes. No votemos por políticos corruptos o ineficientes y rompamos la cadena de transmisión de esta epidemia social desde el sitio y los quehaceres en los que participamos diariamente.
Atentamente, un incongruente…
* Médico Internista. Neumología y Cuidados Intensivos.
Life Coach Certificado Capacitador y Conferencista.
(Publicado Lunes 21 de Noviembre 2011, en Columna
’Ventaneando’/El Mañana de Reynosa).
Lunes 18 Septiembre 2017.