Analista político.
Usar a México como enemigo le funcionó en su campaña pasada al presidente de Estados Unidos; es evidente que utilizará el mismo recurso para la reelección. El panorama no es alentador para nuestro país. AMLO decidió no asistir a la cumbre del G-20 en Osaka, lo que se considera un error estratégico. México no puede vivir a expensas de lo que desee Trump, debe asumir su liderazgo de América Latina y acercarse a las otras potencias como la UE, China, Rusia, Japón e India.
EL éxito de las negociaciones con Estados Unidos representa un triunfo pírrico para México. Las tarifas comerciales que Donald Trump amagó con imponer a México no obedecen a una decisión de política pública ni lógica económica, sino al preludio de una campaña política. De aquí a las elecciones presidenciales del próximo año, las decisiones del presidente de los EU tendrán un sentido electoral.
Bajo esa lógica, se vienen tiempos complicados para México; si en su campaña pasada usar a México como enemigo le funcionó a Trump, es evidente que en esta segunda campaña, recurrirá a ese mismo recurso; sobre todo si consideramos que muchas de sus propuestas tuvieron que ver con México y durante el proceso electoral será llamado a cuenta por ello.
Donald Trump ha entendido la debilidad estratégica de México y sabe que puede recurrir a amenazas y castigos como le convenga a su campaña. El costo de hacerlo es relativamente bajo, México no tiene la fortaleza para hacerle frente y tampoco tiene alternativas. Trump sabe que en términos de retórica México es su mejor enemigo, a diferencia del terrorismo, atacar a México le permite presentar resultados palpables y visibles; a diferencia de China y Rusia, contra México siempre puede ganar.
México será uno de sus instrumentos preferidos, y si las cosas van mal en la campaña, seremos la manera más fácil de recomponerlas.
El panorama no es alentador, pero hay cosas que México puede hacer para amortiguar un poco lo que pueda suceder en los próximos meses. México no puede vivir a expensas de lo que desee el presidente de los Estados Unidos y un primer paso para cambiar esto es la diversificación de sus relaciones políticas.
El presidente López Obrador ha decidido no asistir a la cumbre del G-20 en Osaka. Es claro que el presidente no tiene mucho interés en las relaciones internacionales pero su ausencia es un error estratégico con costos internos.
En el corto plazo, México no puede cambiar su dependencia económica en los EU pero sí puede rebalancear su posición política con el mundo. Fortalecer su posición política aumentaría el costo para Donald Trump de atacar constantemente a México y le permitiría a México tener válvulas de escape ante posibles amenazas.
Para lograr esto, México tiene que asumir su liderazgo en América Latina y acercarse a las otras potencias mundiales; la Unión Europea, China, Rusia, Japón e India. Contar con el apoyo político de estos países fortalecería la posición de México ante EU y la cumbre era la oportunidad idónea para hacerlo. La decisión de AMLO de no asistir aísla a México y esto aumenta su debilidad frente a EU.
Por otro lado es importante fortalecer la posición de México al interior de los Estados Unidos. A pesar de la enorme población mexicana que vive en nuestro vecino del norte y del amplio cuerpo consular que México tiene, la diplomacia mexicana ha sido incapaz de construir redes comunitarias que le permitan tener injerencia interna. Esto se debe a que el concepto de diplomacia pública ha sido ignorado en la historia de nuestra cancillería. En lugar de construir vínculos que pudieran fortalecer nuestra posición donde más le duele a Trump, hemos limitado nuestra presencia a lo consular, lo burocrático y lo turístico.
El hecho de contar con millones de connacionales dentro de Estados Unidos significa una ventaja política estratégica, pero ésta no ha sido aprovechada. Los ataques recurrentes de Trump a México tendrían que tener un costo interno en un país con una población de alrededor de 30 millones de mexicanos, ¿pero quién gestiona estos costos? ¿Cómo se organizan y se expresan? La ausencia de una diplomacia pública enfocada en ello nos ha costado demasiado caro.
Es ingenuo creer que esta será la última amenaza de Trump a México. Ante ello, México no está completamente desarmado, pero el aislamiento en el que busca refugiarse juega en su contra. Marcelo Ebrard es el canciller más competente que el país ha tenido en mucho tiempo, pero forma parte de un gobierno que no muestra mucho interés o comprensión por lo que sucede en el mundo. Para un país del tamaño económico y político de México, las relaciones internacionales no son un lujo ni un adorno, sino un pilar básico de su estabilidad interna. Donald Trump lo ha hecho más evidente que nunca.
México debe intentar fortalecer su posición política en el exterior, afianzar su presencia en el interior de los Estados Unidos y buscar puntos de negociación externos (como el tema de Venezuela); todo ello para elevar el costo político a Trump de amenazar y castigar a México.
De lo contrario, el canciller Ebrard pasará los siguentes meses yendo y viniendo de Washington y los mexicanos pasaremos los siguientes años en riesgo inminente de crisis. Hasta el momento la única certeza que deja la negociación con Estados Unidos es nuestra debilidad política internacional. Trump ya lo sabe y volverá a atacar.
Twitter: @emiliolezama
*Tomado de “El Universal”.
Sábado 8 de Junio de 2019.
Ventaneando, Lunes 10 de Junio de 2019.