(AYER DÍA 11 SE CUMPLIERON 49 AÑOS DEL CASO)
NO SE SUICIDÓ: ¡FUE ASESINADO!
(FRAGMENTO)
SANTIAGO DE CHILE.- El presidente Salvador Allende “recibió el impacto de un proyectil, proveniente de un arma de bajo calibre, que entró por la cara en la zona próxima al globo ocular derecho y salió por la zona parietal posterior. Y a los pocos momentos de muerto, para simular un suicido, se le dio un disparo bajo el mentón”, afirma el médico tanatólogo Luis Ravanal durante una entrevista con Proceso.
El 8 de septiembre (Nota de Ventaneando: de 2008), Ravanal publicó un informe pericial sobre la muerte del presidente Allende en el que analiza la autopsia 2449/73 realizada por los médicos José Luis Vásquez y Tomás Tobar durante la noche del 11 de septiembre de 1973. En esa fecha murió el mandatario chileno, cuando el Palacio de la Moneda, sede del gobierno, fue atacado por las fuerzas armadas que ese día dieron un golpe de Estado.
El informe de Ravanal analiza la necropsia de Allende para verificar si “los procedimientos autópsicos empleados se ajustan al método científico, de acuerdo con la lex artis médico forense ad hoc y si las conclusiones médico legales encuentran sustento científico en los hallazgos descritos y documentados de la autopsia y del sitio del suceso”.
Además, coteja las conclusiones de la necropsia con los antecedentes disponibles acerca de la muerte de Allende. Entre éstos, el informe de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones que se presentó en el lugar de los hechos aquel 11 de septiembre, el Acta de Análisis levantada por la Policía Técnica de Investigaciones, las versiones del doctor Patricio Guijón quien dice ser el único testigo del “suicidio” de Allende y el croquis número 15.254 del policía planimetrista Alejandro Ossandón.
Ravanal realizó el informe a solicitud de dos abogados de derechos humanos: Roberto Celedón y Matías Coll.
El Forense. José Luis Vásquez, uno de los médicos que realizó la autopsia de Allende, es ginecólogo y no forense. Trabaja desde hace más de 30 años en el Servicio Médico Legal de Chile. Su historial registra que varios de los informes de autopsia que realizó están plagados de errores y falsificaciones.
Algunos ejemplos: El diplomático español Carmelo Soria murió el 14 de junio de 1976 víctima de las torturas aplicadas por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA). Sin embargo, Vásquez reportó que murió al ser atropellado por un auto.
En el caso del secuestro y homicidio del niño Rodrigo Anfruns, ocurrido en junio de 1979, Vásquez aseguró que el menor murió el día de su desaparición, 10 días antes de que se descubriera su cuerpo, a pesar que en el sitio del suceso las livideces cadavéricas eran fácilmente atribuibles a las de una muerte ocurrida en las 24 horas previas.
Hay otro caso relevante en el que Vásquez tampoco acertó. Se relaciona con una mujer –cuyo nombre su familia solicitó mantener en reserva–, que murió el 6 de agosto de 2001 en el Hospital San José, de Santiago, y cuyos antecedentes están contenidos en la causa Rol 78.324-7 del 12º Juzgado del Crimen.
En el informe de autopsia, firmado por Vásquez, se sostiene que el deceso fue producto de una bronconeumonía, a pesar de que la mujer fue encontrada muerta con un tubo de conectado irregularmente en una de sus venas. El médico forense José Luis Pérez, que la examinó poco después de fallecida, registró la presencia de burbujas en sus venas, las cuales fotografió y anexó en su informe. Expresó que éstas eran “signo inequívoco de la presencia de oxígeno”, por lo que dictaminó como causa de muerte una “embolia aérea” provocada de manera intencional.
Vásquez omitió estos antecedentes en el informe que entregó a la juez María Rodríguez, quien se hizo cargo del caso en agosto de 2001. Después de un largo juicio, la causa se cerró en mayo de 2007, cuando la juez declaró que la paciente murió asesinada. Sin embargo, el tiempo perdido en establecer el móvil del homicidio dificultó las tareas de identificación y la captura de los presuntos asesinos.
En una declaración realizada durante este juicio, Vásquez recurrió a un argumento para defender su autoridad forense: “Fui yo quien le hizo la autopsia al presidente Salvador Allende”.
En entrevista con Proceso, el abogado Coll relata que en mayo de 2007 él y su colega Celedón conocieron de este hecho. Ello les ocasionó “una enorme inquietud”, pues se trataba del médico que realizó la autopsia de Allende. Durante un año estudiaron todo lo relativo a la muerte del presidente chileno. En junio pasado (N.deV.: de 2008) solicitaron al doctor Ravanal que analizara el informe sobre la autopsia realizada por Vásquez y por Tobar al cadáver del ex presidente.
La publicación de este informe instaló en la opinión pública chilena dudas sobre las verdaderas causas de la muerte del mandatario. Los antecedentes vertidos en ese informe “son complementarios a la información entregada por Proceso (edición 1651) donde se ponía en duda la tesis de que Allende se suicidó”, expresó Coll.
El Informe. En sus conclusiones, la autopsia 2449/73 señala que Allende murió por “una herida cérvico-buco-cráneo-encefálica, con salida de proyectil”. Ésta habría sido causada por un disparo realizado a “corta distancia” en el submentón. “La trayectoria intracorporal del proyectil –estando el cuerpo en posición normal–, es: de abajo hacia arriba; de delante hacia atrás, y sin desviaciones apreciables en sentido lateral”, según afirma el protocolo de la necropsia.
Si a ello se agrega que el disparo se habría hecho “con el cañón del arma apegada a los tegumentos (tejidos)” podría suponerse –concluyen en el informe de la autopsia los doctores Tobar y Vásquez–, que “el disparo ha podido ser provocado por la propia persona (Allende)”.
Ravanal –miembro fundador de la Sociedad Chilena de Medicina Legal y perito judicial inscrito con el registro No. 1500 ante la Corte de Apelaciones de Santiago–, rechaza los procedimientos y conclusiones de los médicos. Dice que la autopsia que éstos realizaron tiene numerosas inconsistencias. Cuestiona que se haya hecho en el Departamento de Otorrinolaringología del Hospital Militar, y no en el Servicio Médico Legal “que es donde debe hacerse este tipo de exámenes, según establece el Código de Procesamiento Penal”.
En su informe profundiza en esta idea: “El hecho que se haya utilizado un recinto que depende del Ejército, evidentemente no podía garantizar a los peritos que intervinieron la debida independencia”.
Además, el pabellón de otorrinolaringología “no cuenta con el instrumental básico –mesa de autopsia, laboratorios químicos, de fotografía forense y de identificación–, para hacer una correcta exploración médico-forense de cadáveres”.
Al cuerpo de Allende “no se le hizo ni una radiografía, indispensable para definir el tipo de heridas existentes en la cabeza y otras partes del cuerpo. Tampoco se le sacaron fotos. No se colectaron muestras para el estudio de pólvora del que llaman orificio de salida. Tampico recolectaron pólvora de otras lesiones que existen en la cara, como el orificio que está en el ángulo interno del glóbulo ocular derecho que perfectamente podría corresponder a un punto de ingreso (de una bala) en ese lugar”, sostiene Ravanal durante la entrevista con este semanario.
“Otro elemento en el que hago hincapié en el informe –agrega–, es la cantidad de innumerables omisiones que aparecen en las descripciones del informe de la autopsia. Por ejemplo, no se nombran los huesos fracturados, los tipos de fractura, la cantidad de fragmentos. Hay segmentos corporales que no existen en las descripciones, como el cuello, a pesar que es la parte más próxima al área de destrucción”.
A Ravanal le llamó mucho la atención que no aparezcan mencionados numerosos órganos, como la vejiga y las cavidades peritoneales. Considera que ello es “muy grave”, puesto que la autopsia sostiene que “las prendas interiores están profusamente impregnadas de sangre”.
“Entonces uno se pregunta: ¿Si tengo mis ropas interiores empapadas en sangre es obvio que ésta viene de alguna parte? Y, justamente, respecto de las zonas asociadas a esas manchas no existe ningún tipo de descripción. ¡Ni siquiera se dice cuáles ropas estaban manchadas!”…
(…)
Las dudas. Si efectivamente fue un suicidio, tal como lo planteó la Junta Militar, ¿por qué no se dio a conocer con transparencia y prontitud los antecedentes que avalaban esa tesis? ¿Por qué se hizo la autopsia con médicos vinculados a las fuerzas armadas y se negó la participación de tres médicos destacados que solicitaron presenciar la misma, como fue el caso de Alfonso Asenjo, Mariano Ruiz Esquide y Osvaldo Olguín? ¿Por qué no se siguieron los procedimientos regulares para la realización de la misma? ¿Qué es lo que se quería ocultar?
La tesis del suicidio se basa en el testimonio del doctor Patricio Guijón. Éste declaró el mismo 11 de septiembre de 1973 a los militares y policías que lo entrevistaron que presenció el momento del disparo. Relató que poco después de las 2 de la tarde, cuando la Moneda estaba ocupada por militares, Allende habría aceptado “entregarse” y ordenó que se formara una fila para salir por la puerta de Morandé. Se habría puesto al final, devolviéndose al segundo piso y suicidándose solo en el Salón Independencia.
Esta tesis “carece de solidez”, señala el abogado Coll. Explica que Guijón “ha dado versiones muy distintas de los hechos”. Expresa además que en casos de muertos por balas son los estudios forenses los que mayor importancia tienen “porque la subjetividad propia del ser humano muchas veces hace ver cosas en forma inexacta o imprecisa”.
La posibilidad de que Allende se haya rendido o suicidado es descartada por Renato González, mejor conocido como Eladio, quien fue uno de los cuatro guardias personales de Allende (GAP) que sobrevivieron al ataque contra La Moneda. “Allende nunca mostró la menor intención de rendirse y suicidarse. Por el contrario, fue el motor que con su ejemplo nos impulsó a nosotros a seguir luchando”, dijo a Proceso en junio pasado.
Y añadió: “Una persona que piensa en suicidarse tiene una etapa de depresión. Se le derrumba todo. Pero Allende siempre se mostró sereno, dueño de la situación. Él tenía esa capacidad. El asumía la responsabilidad no sólo de los que estábamos ahí sino del país como tal. Un hombre con esa convicción difícilmente se rinde o suicida”.
La tesis del suicidio, que en un principio era sólo creída por los partidarios de Augusto Pinochet, se vio fortalecida gracias a que la familia de Allende la aceptó. Ello ocurrió en el contexto de los funerales de Estado rendidos al extinto mandatario el4 de septiembre de 1990…
(…)
La hija del presidente Allende, diputada Isabel Allende, dijo en junio pasado (N.deV.: de 2008) a Proceso (edición 1651) que tras la exhumación del cuerpo de su padre “no tenemos ninguna duda de las causales de su muerte”…
* Tomado de la revista Proceso.
Domingo 21 de Septiembre 2008.
Ventaneando, Lunes 12 de Septiembre de 2022.