YA a punto de completar once meses la nueva administración federal, nos encontramos en una verdadera vorágine de iniciativas por parte del Poder Legislativo, de las cuales quiero resaltar una: La aprobación del uso regulado de la cannabis, mejor conocida como mariguana, porque se cuenta con la aprobación de la Suprema Corte al haber determinado que fumar mariguana no puede ser prohibido pues se coartaría el derecho de las personas para el libre desarrollo de su personalidad.
Empero, a aquellas personas que logran obtener a la fecha un amparo contra la prohibición no se les protege a cabalidad debido a que no está determinada la procedencia del producto y mucho menos la calidad del mismo, por lo que las consecuencias de su uso no pueden determinarse precisamente por la falta de control en la elaboración.
Hasta ahora no se nos ha informado cómo se constituiría la cadena que va desde la producción hasta la distribución del producto, ya que se supone que se pueden tener por ejemplo plantas propias de la hierba, pero no se dice de donde se obtendrá la semilla.
El hecho de que en la Unión Americana y en Canadá la regulación del uso medicinal y lúdico de la cannabis avanza a pasos agigantados, hace que aumente la presión en nuestro país para su aprobación. Se habla de la autodeterminación de las personas para hacer con su cuerpo lo que deseen, mas en ningún momento hemos sabido qué medidas preventivas se van a tomar para que los productos de la cannabis no lleguen a los niños. Pese a que falsamente se pregona la inocuidad del producto en los adultos, se ha demostrado que en los niños afecta el área cognitiva o sea la de los procesos mentales como la percepción, la memoria y el lenguaje, lo cual se ve agravado cuando la madre gestante es consumidora.
Valdría la pena insistir a los legisladores, en caso de ignorarlo, que prevención no es lo mismo que un programa preventivo, puesto que este último requiere de varios puntos: 1.- Hacer un diagnóstico situacional, 2.- Identificar problemas, 3.- Plantear objetivos, 4.- Planificar acciones para conseguir los resultados esperados, 5.- Considerar recursos disponibles, 6.- Realizar una evaluación final que permita mantener o replantear estrategias; y 7.- Ser sostenido en el tiempo.
Así mismo, debemos mejorar los factores de protección y revertir o reducir los factores de riesgo. Cuando se trabaja en escuelas estos programas deben incluirse a todos los niveles, considerando en la enseñanza las habilidades para la vida y el estímulo en la lectura.
Hay que tomar en cuenta que los programas de prevención son más eficaces cuando se combinan acciones en diferentes áreas: Familia, escuela y comunidad; o sea que todos debemos ser parte de la prevención, ya que solos no podremos arrostrar el problema en forma exitosa.
En lo que respecto al uso y abuso de sustancias tóxicas, es menester señalar que si logramos evitar que los menores se inicien en el consumo del alcohol –que muchas veces se da en el mismo hogar–, habremos dado un gran paso para desalentar otras conductas de riesgo.
Para finalizar, quisiera reiterar que antes de la aprobación del uso de cannabis debemos ante todo salvaguardar a los niños. Si no lo hacemos podemos estar ciertos que el problema de la drogadicción antes que mejorar, se agravará.
* Médico Cirujano Pediatra y analista.
Reynosa, Sábado 26 de Octubre 2019.
Ventaneando, Lunes 28 de Octubre de 2019.