SIN ser una persona demasiado religiosa, cada mañana agradezco a Dios por la vida y por las bendiciones que sin duda representa tener una familia, salud, amistades y motivaciones.
No soy ajena a la situación y necesidades que advierto en mi entorno, ciudad, país o en el mundo. Entonces hago mis peticiones, dejando para el final las propias. Estas se han ido modificando con el tiempo, pero hay una que no cambia: Mi ruego por ser tolerante.
Derivado de mi edad y formación, no ha sido sencillo aceptar y adaptarme a la cambiante sociedad de la que formo parte. Reconozco el amplio y complejo significado de la palabra tolerancia. La convivencia con personas de modo de pensar distinto al propio me ha obligado a trabajar en la propia.
No recuerdo exactamente cuándo introduje en mis oraciones la petición de tolerancia, pero creo que tiene que ver con el hecho de haber formado parte de asociaciones con integrantes de distintas generaciones y trabajar en órganos colegiados, en el seno de los cuales la toma de decisiones no fue ni es tarea sencilla, ante la diferencia de opiniones y puntos de vista sobre un mismo aspecto.
Ser tolerante implica respetar y aceptar como parte de su individualidad las distintas preferencias de otras personas, con independencia de su naturaleza. En ocasiones respetar inclinaciones y gustos no representa problema alguno, particularmente cuando se trata de cuestiones que no son significativas por no chocar con cuestiones relativas a convicciones o valores de tipo moral, como el particular modo de vestir o el equipo deportivo favorito de alguien.
En donde la capacidad de tolerancia se pone a prueba, tanto en lo personal como en gente que conozco, se relaciona con las preferencias sexuales que tienen algunas personas hacia otras de su mismo sexo. Mi aceptación y respeto a quienes viven en esa situación ha sido paulatino y sin duda ha influido el contar entre mis amistades, hombres y mujeres, a quienes reconozco su calidad humana y gran valía, inclinaciones que se apartan de su naturaleza.
Aún no entiendo del todo las distintas categorías que se apartan de la heterosexualidad, pero estoy en contra de la intolerancia que sigo advirtiendo en muchas personas.
Respecto a preferencias políticas, por lo que a mí se refiere, no han sido pocas las veces que me he contenido para no contestar o caer en la provocación, respecto de comentarios o afirmaciones de índole político con las cuales difiero, particularmente cuando estas se dan en redes sociales. Cuando las diferencias de opinión se producen en conversaciones con amistades o en medios de comunicación, me lleva a la reflexión de lo conveniente que resulta valorar los argumentos contrarios y no empecinarnos en los nuestros.
Y, bueno, cuando creo haber avanzado en mi tolerancia, no falta alguien que con su falta de sentido común, desde mi propia perspectiva, desde luego, me demuestre la fragilidad de la misma. Pero seguiré trabajando en ello.
* Abogada, con Maestría y Doctorado.
Analista y experta en temas electorales.
Reynosa, Miércoles 10 de Julio de 2019.
Ventaneando, Viernes 12 de Julio de 2019.