MAÑANA 22: SANTA CECILIA
COMO cada año, en La Plaza Garibaldi, a las 12 de la noche del 22 de noviembre, de pronto se escucha el tronadero de cuetes y luces de bengala que engalanan el cielo… Esa noche es fiesta en honor de la patrona de los músicos: Santa Cecilia.
La alegría se refleja en los rostros de la gente –quienes se cubren el frío con chamarras, suéteres y gabanes–, que acude a la celebración donde niños, jóvenes, adultos y ancianos disfrutan de esa alegría, pero sobre todo los mariachis, que esa ocasión como año tras año se unen para cantar al unísono Las Mañanitas a su patrona.
Es emocionante ver y escuchar a tantos músicos tocar al mismo tiempo sus instrumentos musicales: guitarras, violines, trompetas, guitarrones, arpas, marimbas…
Los mariachis. Después entonan conocidas canciones como “El son de la negra”, “Guadalajara”, “El son huasteco”, “Nunca”, “Peregrina”, “A la luz de los cocuyos”, “Ella”, “Paloma querida”, “Mi ciudad” y muchas más, siendo un deleite para todos los presentes.
Esa noche La Plaza Garibaldi se encuentra adornada con papel de china picado, así como con globos, faroles y focos de colores. Es una romería, gente por todos lados. Se colocan puestos ambulantes de tostadas, sopes, tortas, tacos, atole, buñuelos, café con piquete, pan de fiesta y muchas cosas más…
Como mudos testigos ahí se encuentran las estatuas de bronce de cantantes y compositores famosos ya fallecidos como: Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Lola Beltrán y María de Lourdes.
¿Quién fue Santa Cecilia? Fue una mártir cristiana. Murió en Roma en el año 230 de nuestra era, pero sus biógrafos no saben con exactitud la fecha de su nacimiento. En los relatos sobre su vida, dicen que fue obligada a casarse con el joven Valeriano, a quien lo encauzó al cristianismo. Después se comprendieron y vivieron en armonía. No tuvieron descendencia.
Ella cantaba y también tocaba con arte y destreza varios instrumentos musicales tales como el arpa, el violín, la flauta y la lira. Por creer en Dios, Cecilia y Valeriano fueron torturados y muertos a golpes. Desde hace varios siglos fue elegida por cantantes y filarmónicos como su patrona.
Existió un hecho misterioso con el cuerpo de esta santa. Sucedió que al ser exhumado para llevarla a otro lugar, 1.490 años después de ser sacrificada, se encontró en la misma postura en que cayó al golpe que le dio su verdugo. Hoy, en pleno fin del siglo XX, el cadáver es conservado y se venera en una bella cripta del templo construido en su propio palacio en la ciudad de Roma.
El artista Maderna realizó una bellísima escultura que es reproducción exacta de cómo se encontraba el cuerpo de la mártir al ser sacado de la tumba. La estatua es venerada sobre el sepulcro que fue de la santa en las catacumbas de San Calixto.
¿Quién fue Garibaldi? ¿Por qué lleva ese nombre la plaza dedicada a los mariachis en la Ciudad de México? Nadie lo sabe, pero desde el siglo pasado así se conocía dicho lugar. Aparte de los clásicos mariachis, también por ahí deambulan los tríos románticos, los conjuntos jarochos y los grupos norteños.
Giuseppe Garibaldi (1807-1882), fue un valiente patriota italiano, nacido en Niza, que peleó en decenas de batallas. A la edad de 26 años se unió a Mazzini en el movimiento libertario de la “joven Italia” y tuvo que expatriarse en 1834, viviendo en Brasil y después en Uruguay (1836-1847).
Participó en el movimiento separatista de Rio Grande do Sul, y en la defensa de Montevideo contra las fuerzas de Oribe, apoyadas por el general Rosas. Ahí se casó con Ana María de Riveiro e Jesús, una de sus mujeres más conocidas, quien lo acompañó heróicamente en algunas de las batallas.
Después de haber participado en varios combates, Garibaldi se retiró a su hacienda en la isla de Caprera; pero volvió a tomar las armas en dos infructuosas marchas contra Italia (1862-1867) y colaboró con el ejército francés en la guerra franco-prusiana (1870-1871), siendo elegido diputado por Roma en 1874. Murió completamente solo y en la extrema pobreza en la isla de Caprera en 1882.
La fiesta. Regresando a nuestro relato de la celebración de Santa Cecilia, esa noche de canciones, cohetes, luces de bengala, confeti y alegría, los mariachis con sus vistosos trajes –un poco lustrosos por tantas planchadas–, de charros con broches y botonaduras plateadas y el inseparable sombrero de ala ancha, con arabescos dorados o plateados bordados a su alrededor, no dejan de entonar su repertorio de canciones bravías.
La historia de La Plaza Garibaldi es la historia de sus bohemios y sus músicos, que noche a noche acuden para continuar con una tradición, donde el gusto y la pasión mandan en sus variados centros de esparcimiento, como El Tenampa. ¡Salud!
* Tomado de “Revista de Revistas”.
Publicación del periódico “Excélsior”.
No. 4482, Noviembre de 1999.
Ventaneando, Lunes 21 de Noviembre de 2022.