Periodista.
Hallazgo e interpretación del jeroglífico de México
¡MÉXICO! Conocer su real significado representa encontrar por fin el vínculo que nos enlaza como pueblo y como nación. Todos, tanto gobernantes como gobernados, tenemos el derecho y la obligación de conocer el origen del nombre de nuestro país.
Para tal efecto, el ingeniero Rafael Antonio Rosales Guzmán, con más de cuarenta años de investigación, contribuyó a la recuperación de nuestra identidad y orgullo nacional. Esto, lo explica de manera insuperable en el prólogo a la primera edición –1994 por la Lotería Nacional para la Asistencia Pública y Club Primera Plana–, de la obra que nos ocupa en este espacio, el maestro Andrés Henestrosa: “Mucho queda oculto de la antigüedad mexicana. Todavía, después de más de cuatro siglos, no acabamos de encontrarnos, de poner a flote lo que La Conquista cubrió de sombras…”.
Nuestra cultura puede sentirse verdaderamente cobijada gracias a la audacia de hombres como el Ing. Rosales Guzmán, hombre íntegro y estudioso de nuestras raíces, quien nació en Tuxtepec, Oaxaca, el 10 de agosto de 1932.
Hijo de padres zacatecanos el Ing. Rosales, quien falleciera a principios del año 2003, fue escritor, periodista emérito laureado, aztecólogo y conferencista, miembro de muy destacadas instituciones. Como la Academia Nacional de Historia y Geografía de Tacubaya, el Instituto Mexicano de Ciencias y Humanidades, y fundador de la Academia de Aztecología –perteneciente a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística–, el 7 de agosto del año 2000.
Por este motivo, el lunes 29 de mayo de 2017 distinguidas personalidades y miembros de esta Sociedad de reconocido prestigio internacional dieron a conocer en su aula magna “Don Miguel Hidalgo y Costilla” –sita en Justo Sierra No. 19, en el Centro Histórico de la Ciudad de México–, el libro intitulado “México lugar de los mexicanos”, con el subtítulo ‘Hallazgo e interpretación del jeroglífico de México’.
Su hijo, el Lic. Rafael Antonio Rosales Baca, ha querido compartir con todos nosotros dicha obra a catorce años de la partida del ingeniero, bajo el sello de Editorial Porrúa.
El hallazgo del Ing. Rosales resulta trascendente ya que destaca cómo Huitzilopochtli-Mexictli (Mexi) fue un ser humano –joven de 25 años–, y personaje central de nuestra historia como nación, “el padre de la mexicanidad”. Con dicha tesis echa por tierra cualquier argumento que lo cataloga como un dios (un ser de la mitología azteca).
Por tanto, el Ing. Antonio Rosales Guzmán propuso que Huitzilopochtli-Mexi sea reconocido como padre epónimo de los mexicanos, en virtud de que el día 24 de marzo del 2003 la Secretaría de Educación Pública expidió un oficio en donde señala que el estudio en el que se define filológicamente a México como “lugar de los mexicanos”, está fundamentado con rigor histórico.
SINOPSIS DE LA OBRA
Como resultado de este descubrimiento ahora sabemos con precisión, entre otros importantes aspectos de nuestra historia prehispánica –o como dijera el autor, Historia Precuauhtémica–, que el significado filológico de la palabra México es “lugar de los mexitin” (se pronuncia meshítin), lo cual se traduce como ‘Lugar de los Mexicanos’. No así, como se creía, “lugar en el ombligo del maguey” (Metl) o relacionado con la Luna (Metztli), el mezquite (Mízquitl), conejos, el aire o con fuentes y manantiales.
Este conocimiento, avalado por la Secretaría de Educación Pública, termina con una polémica de más de cinco siglos en la que los investigadores y estudiosos no se pusieron de acuerdo respecto del verdadero significado de nuestro topónimo patrio. Coincidieron únicamente en cuanto a que mientras no se descubriera el jeroglífico azteca, es decir, la palabra México en su escritura original de imágenes o pictogramas, no habría precisión etimológica al respecto, argumentando algunos que no existía tal jeroglífico. O los más conservadores, afirmando que no se había descubierto.
Rosales Guzmán explica también el origen de la confusión en razón de que en tiempos Precuauhtémicos (prehispánicos) la región del Anáhuac, que es la central de México, se encontraba poblada por diversas etnias. Según la historia oficial fueron siete, aunque los códices nos hablan de nueve, que tenían en común ser descendientes de los toltecas y eran hablantes del Náhuatl.
Todas eran naciones ajenas entre sí de modo que los aztecas o mexicas cuando llegaron al Anáhuac, después de su larga peregrinación de 261 años provenientes de Aztlán, comenzaron siendo un pueblo errante y sometido por los texcocanos, nación poderosa local que en un inicio sometió a los aztecas. Aquéllos fueron quienes equivocadamente iniciaron la difusión de interpretaciones del significado de la palabra México ajenas a la realidad.
La confusión fue incrementada además por la naturaleza del idioma náhuatl, que cuenta con sólo unas palabras fundamentales y conforma las demás por el sistema de aglutinación. Es el caso que palabras aparentemente similares tienen diferente radical y al ser utilizadas pueden dar fonéticamente un significado u otro, pero los pictogramas de la escritura son determinantes para saber el significado real. De ahí la importancia del descubrimiento del jeroglífico azteca de México.
Como se aprecia en esta obra, sólo los aztecas o mexitin sabían el verdadero significado de la palabra México, derivado gramaticalmente de la palabra Metl (maguey) y no Meztli (Luna).
Y sabían que más allá del significado literal o gramatical del concepto Metl –maguey, Xictli–, centro u ombligo, lo que en principio significa “En el centro u ombligo del maguey”, en realidad el Mexihco derivaba de la memoria de su máximo líder al inicio de la peregrinación azteca, Huitzilopochtli-Mexiclitli, a quien su pueblo seguía e idolatraba con la denominación afectiva de Mexi (se pronuncia Méshi).
De ahí que el resultado del significado real, filológico e histórico de nuestro topónimo patrio México, es lo antedicho: “El lugar de los mexicanos”, como seguidores o adoradores de Mexi, puesto que tal vocablo se encuentra íntimamente ligado a su historia y cultura, conforme se expone en la obra en cuestión.
Luego entonces, la historia prueba que este pueblo era originario de una isla de nombre Aztlán.
Este lugar era considerado mítico hasta que fue localizado en el siglo XIX por un miembro de la Ilustre y Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el geógrafo Antonio García Cubas, en una isla de la laguna costera del Estado de Nayarit llamada Mexcaltitlán, cuya ubicación fue difundida por Alfredo Chavero en la obra “México a través de los siglos”.
El gobierno nayarita ha erigido allí un monumento, en el cual se pone de relieve ser ese lugar el origen de la mexicanidad.
* Tomado de la revista ‘MACROeconomía’.
Año 23, No. 286; 1º de Mayo de 2017.
Director General, Lic. Mauro Jiménez Lazcano.
Ventaneando, Viernes 26 de Enero 2018.