HOY en día, las sociedades modernas se mueven a ritmos acelerados y estas dinámicas de gran velocidad han generado una forma de vida en donde se cuenta con poco tiempo ¡hasta para comer! Niños, jóvenes y adultos pasan muchas horas sentados, ya sea en salones de clase o en oficinas, con poca o nula actividad física.
La combinación de una vida sedentaria con la proliferación de la comida rápida tiene un impacto evidente en la epidemia de obesidad registrada en casi todo el planeta y México, lejos de ser la excepción, ocupa uno de los primeros lugares en ciudadanos obesos. Una posible solución contra la vida sedentaria radica en la incorporación del ejercicio al menos tres veces por semana, aunque lo ideal sería que realizáramos alguna práctica deportiva de manera cotidiana.
En las campañas de salud pública se mencionan los aspectos favorables de la práctica deportiva, y es muy común que los médicos nos soliciten que la incorporemos en nuestras actividades diarias para mantener o mejorar nuestra salud. Eso suena muy bien, pero alguna vez se ha preguntado: ¿Cuál es el ejercicio más conveniente para usted?
La respuesta depende de cada tipo de persona, pues no todos tenemos las mismas características físicas ni fisiológicas. Si consideramos que en la población hay personas con distintas edades, distintos metabolismos, distintos padecimientos previos, mujeres embarazadas y todas las combinaciones que la población tiene. ¿Cuál es la razón para considerar que el mismo ejercicio es igual de bueno para cualquiera?
Cuando desarrollamos ejercicios que no son convenientes para nuestras características y posibilidades físicas, en lugar de un beneficio podemos enfrentar un riesgo para la salud; desafortunadamente es muy común que se brinden ejercicios estandarizados para todo público, como las clases en los gimnasios que no siempre cuentan con personal capacitado para distinguir un entrenamiento para cada tipo de persona.
Factores como la capacidad pulmonar, la frecuencia cardiaca, la flexibilidad muscular, la historia clínica, la edad, el peso y el estado de salud, deben definir qué ejercicios podemos hacer y cuáles debemos impedir.
Otro factor que es necesario tomar en cuenta al preguntarnos qué ejercicio practicar cotidianamente, radica en que muchos deportes son grupales: si nos gusta el futbol, necesitamos conjugar los horarios de once personas por cada equipo. Si preferimos el tenis, al menos se requiere de un compañero. De hecho, el ritmo complicado de la vida moderna dificulta que tengamos tiempo para reunirnos con otras personas para hacer deporte. Y aquí enfrentamos uno de los mayores riesgos que se sufren al realizar ejercicio de forma ocasional: el típico “deportista de fin de semana”, que se reúne con los amigos para practicar algún deporte de vez en cuando, puede estar en riesgo de sufrir un infarto ya que no tiene un entrenamiento constante y, de pronto, el día en que realiza la actividad física le imprime una carga de trabajo excesiva al corazón.
La falta de entrenamiento y una condición física adecuada pueden generar problemas severos en lugar de garantizar salud. Por eso es recomendable hacer ejercicio diario para propiciar condiciones óptimas de resistencia y flexibilidad en el organismo. Pero qué hacer, es una pregunta que tiene que ser muy bien analizada.
Además de la frecuencia con que se hace ejercicio, la edad es otro factor que se debe tomar en cuenta. Estudios diversos indican que, conforme envejecemos, el cuerpo pierde entre el1 y 2% de su fuerza en las pruebas de resistencia sin las personas no realizan deporte en forma habitual. Si se inicia un entrenamiento constante desde joven, el cuerpo tardará más tiempo en presentar debilidad muscular. Incluso hay prácticas deportivas en las que se pueden rendir óptimos resultados hacia los cincuenta años de edad; tal es el caso de los nadadores que, además de fuerza, necesitan una buena técnica que se adquiere con la práctica y los años de entrenamiento.
Al ejercicio se le asignan capacidades para controlar la hipertensión, disminuir los dolores premenstruales, reducir el riesgo de padecer problemas cardíacos, limitar la aparición de la osteoporosis y ayudar a aliviar la depresión.
Hasta ahora el lector se sentirá inclinado a considerar que el ejercicio nos brinda exclusivamente facetas positivas. Sin embargo, hay aspectos de la práctica deportiva que la mayoría desconoce. Algunos hábitos pueden ser peligrosos, como por ejemplo no usar la ropa adecuada durante ciertos ejercicios aeróbicos. Esto adquiere más importancia en personas con exceso de peso. La razón es simple. Uno de los mecanismos para controlar la temperatura corporal constante tiene que ver con la sudoración.
Si uno hace ejercicio por tiempos prolongados la mayor parte de la gente empieza a sudar. Lo recomendable es portar ropa ligera que permita que la piel estén en contacto con el exterior, porque eso facilita que el sudor que se acumula en la piel se evapore y con eso la sangre que circula por los vasos sanguíneos superficiales se enfríe y a su regreso al corazón ayuda a mantener una temperatura constante.
Si por otro lado nos cubrimos demasiado, el sudor se acumula sobre la piel, se calienta y aumenta la temperatura de la sangre, que a su regreso al corazón lo obliga a incrementar su esfuerzo. Esto puede ser peligroso para los obesos o aquellos que tengan problemas cardiacos.
¿Y qué opina sobre la vigorexia o la adicción al ejercicio? La adicción al ejercicio es un fenómeno que se ha estudiado en las últimas décadas. En opinión del Dr. Alfredo Hernández, investigador de la UNAM, el ejercicio se vuelve negativo cuando sus objetivos se desvirtúan o son inadecuados, por ejemplo: cuando lo vemos como una forma de garantizar una constante pérdida de peso, cuando lo utilizamos para “llenar un vacío” o cuando se realiza una práctica deportiva de forma obsesiva. El investigador está realizando un estudio en el Instituto de Investigaciones Antropológicas que esbozará para nuestro país lo que ya se conoce para Estados Unidos: existe un perfil del adicto al ejercicio, y aproximadamente el 10% de los deportistas padece esta adicción.
En opinión de psicólogos y médicos del deporte, una persona padece adicción al ejercicio cuando:
- Necesita realizar deporte aún en condiciones que ameritan descanso, como una enfermedad o una lesión que requiere una etapa de reposo.
- Presenta ansiedad como un equivalente del “síndrome de abstinencia” si por alguna razón no puede completar su rutina diaria de ejercicio.
- Tiene poca tolerancia a las personas o actividades que interrumpen su rutina de entrenamiento.
- Tiene una tendencia a incrementar el tiempo que pasa ejercitándose, aun cuando esto signifique la cancelación de otros compromisos familiares o laborales.
Edward Coll, médico del Maratón de la Ciudad de Nueva York, reporta que muchos atletas insisten en continuar corriendo aun con lesiones como esguinces, calambres e incluso fracturas de hueso. En casos como éste, bien podemos decir que, lejos de ser benéfico, el ejercicio podría tener efectos deletéreos.
Para tener acceso a todos los beneficios de la práctica deportiva es importante tomar en serio nuestro entrenamiento, conocer nuestros límites y, de preferencia, contar con la opinión de un entrenador capacitado o con la autorización de un médico que conozca nuestros antecedentes de salud. Y ahora sí, con ciertas precauciones, los invitamos a ejercitarse para quedarnos únicamente con lo bueno del ejercicio, que es muchísimo.
* Tomado de la revista mensual
“Contenido” No. 550, Abril 2009.
Ventaneando, Lunes 10 de Febrero de 2020.