Desde el siglo XIX el estudiantado buscaba ya la autonomía de la máxima casa de estudios, conseguida hasta la tercera década del XX.
EL paro universitario de 1999 –uno de los crímenes políticos más costosos para la nación, perpetrado a la luz del día y en ciudad abierta, no con sigilo nocturno ni en despoblado–, tiene como más remoto antecedente la huelga estudiantil que se registró en la ciudad de México del 24 de abril al 10 de mayo de 1875.
La prestigiosa investigadora universitaria María del Carmen Ruiz Castañeda lo documenta así en el trabajo titulado “La universidad libre (1875) antecedente de la Universidad Autónoma”, editado en octubre de 1999.
Ruiz Castañeda, que fue directora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y es autora de importantes obras sobre la historia del periodismo mexicano, afirma que en abril y mayo de 1875, al finalizar el gobierno del licenciado Sebastián Lerdo de Tejada, y a un año de distancia del advenimiento del general Porfirio Díaz a la Presidencia de la República, surge “concebido y planeado por jóvenes estudiantes, el primer conflicto estudiantil digno de mediación, el primer intento serio a favor de la autonomía universitaria, bajo la denominación de Universidad Libre.
“Como ocurre con muchos acontecimientos trascendentales, el problema estudiantil de 1875 se origina en un incidente trivial. Los estudiantes de Medicina se propusieron combatir el método pedagógico del eminente médico Rafael Lavista, catedrático de la Escuela de Medicina, dejando de asistir a sus clases. La dirección del plantel castigó la insubordinación expulsando a dos alumnos, cada uno de los cuales encabezaba la lista de los externos y de los internos. Un convenio posterior logró la revocación de la orden y los rebeldes volvieron a sus clases.
El caso se habría cerrado entonces, de no haber mediado un acto de represalia de los alumnos contra uno de sus compañeros que se había negado a secundarlos y había asistido a clases durante los días de la insurrección; los muebles y documentos personales del ‘traidor’ fueron destruidos por los internos. Esta vez la muchachada pareció demasiado fuerte y el director del plantel, doctor Francisco Ortega, de acuerdo con el oficial mayor de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública –en funciones de secretario–, licenciado José Díaz Covarrubias, ante la imposibilidad de identificar a los culpables, ordenó la expulsión de los tres primeros alumnos de la lista de internos, cuyas becas eran costeadas por el Estado.
“Lo arbitrario de la medida sublevó a los futuros médicos, quienes decretaron la huelga en su escuela y lograron la adhesión de los estudiantes de Derecho, de Minería y de todos los planteles de educación profesional, que entonces se denominaban comúnmente de ‘segunda enseñanza’. A la huelga general se sumaron los alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria, todavía bajo la dirección de su fundador, don Gabino Barreda”.
El 11 de mayo apareció el aviso de la conclusión de la huelga y de la vuelta a la normalidad. El conflicto terminó por una transacción honrosa para ambas partes: El Ministerio se desistió de la orden de expulsión de los alumnos de Medicina, reconoció el derecho de éstos de asistir o no a clases, aunque mantuvo la orden de expulsión de los internos.
Los estudiantes volvieron a sus aulas dispuestos a seguir luchando por la Universidad Libre. El curso posterior de los acontecimientos políticos lo impidió. La revolución de Tuxtepec y el arribo de Porfirio Díaz a la presidencia cambiaron el curso de la historia, puntualiza Ruiz Castañeda.
“Entre tanto –comentaba un periodista–, sólo queda de la pequeña asonada uno que otro rotulón que aún no ha sido arrancado de las esquinas, los recuerdos de las sensaciones de algunos días, tres o cuatro caricaturas en los periódicos jocosos y una dancita que lleva por título ‘La huelga de los estudiantes’.
Se engañaba el boletinista de “El Eco” –escribe la autora de “La Universidad Libre (1875) antecedente de la Universidad Autónoma”–. Quedaba una simiente destinada a fructificar; una idea que, transmitida a las generaciones posteriores, llegó a cuajar en una realidad.
El semanario satírico “El Ahuizote”, de filiación antilerdista, publicó un artículo para ponderar la Universidad Libre y en la parte final de éste apuntó: “Por una notable coincidencia, los últimos periódicos de Europa traen la noticia de la sublevación de los estudiantes en Rusia; la expulsión de tres jóvenes de la Escuela de Medicina dio origen a la sublevación de ese colegio; todos los demás hicieron causa común. El Zar ha cejado; el autócrata de todas las Rusias reconoció la reforma y reformó los reglamentos de estudios. Aquí, como es República, el presidente demócrata y liberal lleva adelante su capricho y quiere ganar a los estudiantes por Hambre.
* Tomado del magazine
“Revista de Revistas”,
Publicación de EXCELSIOR.
No. 4471, Diciembre de 1999.
Ventaneando, Lunes 12 de Noviembre de 2018.